Porque las palabras nos hacen distintos a las demás especies.
Porque las letras forman parte de nuestra esencia.
Nuestra alma se materializa en papel y tinta y nos ayuda a revelar nuestras ideas e inquietudes. A través de ellas decidimos, reímos, enamoramos y lloramos. Por eso, cada símbolo que aparece en un papel nos determina.
¿Acaso existe algún otro pasaporte más utilizado y simple que nos lleve a la libertad de nuestros sentimientos?

sábado, 16 de abril de 2011

Yo estoy bien

Sí, así es. Pienso en ti, y eso es malo. Tan malo que lloro por dentro cada vez que te veo esquivar mi mirada. Tan malo que huyo y huyo y no consigo salir de esta tonta aventura. Tonta, tonta, tonta. Una y mil veces tonta. Tonta por no mirar hacia otro lado y enseñarte lo feliz que soy sin un poco de tu amor.
Es una guerra perdida. Y, la verdad, no sé por qué me sorprendo ahora cuando llevo años detrás de tus pasos, detrás de tu vida y conociéndote cada día un poco más en la distancia. Pero ahora la cosa ha empeorado. Empeoró en el momento en el que cuando tus ojos se encontraron con los míos, éstos se me llenaron de lágrimas. Y, a partir de ahí, no hay momento en el que no quiera llorar de frustración al recordar los opuestos que somos tú y yo.
Rezo por las noches porque por una vez sea el centro de tus sueños, aunque solo sea por un segundo. ¿Cómo puede ser posible que me persigas allá a dónde voy? Cuando estudio, ahí estás tú, cuando un chico me sonríe, en su sonrisa estás tú y cuando sueño, tú eres mis sueños. Soy fuerte, soy fuerte, no funcionaría, es una estupidez. Lo mío sí que es pecado, llorar porque estés bien, porque todo te vaya bien, y porque pueda ver un día más tu sonrisa a metros de distancia.
En qué me habré fijado de ti. ¿En tu físico? ¿En tu personalidad? Como si eso te importara. Tranquilo, no me interpondré en tu vida, solo quería explicarte el porqué te sonrío siempre, aunque no venga a cuento, ahora que ya me marcho. No te asustes, no es amor, lo sé, es la edad. Es la edad de decir tonterías. Ya se me pasará.
En realidad, solo quería agradecerte por esos momentos en los que me coronaste reina. En aquellos momentos en los que me mirabas a hurtadillas con brillo en los ojos y me seguías con la mirada. Por aquel momento en el que, a escondidas, pude contemplarte a mi lado dormido. Y por aquella sonrisa que me devolviste con confianza. Gracias por hacerme sentir tu reina por unos minutos. Y no te preocupes por mí, yo estoy bien. Estoy segura de que pronto encontraré al hombre de mis sueños y tendré la suficiente madurez para decirle “te quiero” y enamorarme de verdad, como debe ser. Porque esto no es amor, es pura obsesión.

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