Porque las palabras nos hacen distintos a las demás especies.
Porque las letras forman parte de nuestra esencia.
Nuestra alma se materializa en papel y tinta y nos ayuda a revelar nuestras ideas e inquietudes. A través de ellas decidimos, reímos, enamoramos y lloramos. Por eso, cada símbolo que aparece en un papel nos determina.
¿Acaso existe algún otro pasaporte más utilizado y simple que nos lleve a la libertad de nuestros sentimientos?
Mostrando entradas con la etiqueta Reflexiones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Reflexiones. Mostrar todas las entradas

sábado, 1 de octubre de 2016

Resurgiendo

Me fui porque tenía que irme. Me marche, como se van las cosas rotas, de la misma forma que se van las historias acabadas. Nadie me echó, la misma vida me invitó a dejarlo todo y a cerrar de una vez por todas las heridas de guerra, de aquella guerra que casi me mata.

Ausentarme me dolió más que todas las batallas que perdí juntas, porque tuve tiempo para recordarlas una y otra vez desde el eco de mi silencio. Había tanto dolor, tanta negación, tanta resignación. Como un yonqui con el mono de cocaína, yo tuve que sufrir el mono por todo aquello que había perdido y que sabía muy bien que jamás iba a volver.

Tanta oscuridad me sirvió para echar de menos a mi otra yo, aquella yo creativa y tenaz que se quejaba por estar rebosante de inocencia y sueños. Y ahora mi obsesión es que vuelva. Darle la vida que siempre quise para ella. Devolverle todos los sueños que le destrocé y todas las promesas que le prometí que cumpliría. Después de esperar tanto tiempo a que llegara mi felicidad en las manos de los demás, aprendí, a duras penas, que solo la conocería plenamente si miraba en mi interior y dejaba salir a ella; radiante y amorosa ella.


martes, 12 de enero de 2016

Hoy no estás


Soy feliz.

Por mi calle ya no pasa tu coche. Ya no me sigues allá por dónde voy. Ya no estoy en tu lista de contactos. Ni siquiera has intentado volver a mi vida por octava vez.

Soy libre.

Me encanta que allá donde vaya no esté tu sombra observándome. Ni tu coche en frente de mi ventana. Ni saludes a mis amigos. Adoro que no preguntes por cómo estoy después de tantos golpes.

Vuelvo a sonreír.

Porque ya no pienso en si estarás celoso de verme con otro. Ni me pregunto con quién estarás un sábado por la noche. Tampoco sé ya los nuevos acontecimientos que te quitan el sueño por las noches porque afortunadamente no te has preocupado de dejarme pistas.

Ojalá esto fuera para siempre. Ojalá no volvieras nunca más. De verdad, lo juro, no vuelvas a escribirme de forma casual. No vuelvas a aparecer por las calles fingiendo simpatía y cariño. No me sonrías. Ni se te ocurra darme dos besos. Ni mucho menos invitarme a un café para ponernos al día. Que sepas que en la despedida no dejaría ni loca que me besaras de nuevo. Tampoco te cogeré el teléfono para que vuelvas a pasar horas hablándome de política. No discutiré contigo nunca más porque ya no me interesa lo que dices. No, no te plantes en la puerta de mi casa pidiendo que volvamos. No me digas que me quieres. No me digas que me has echado de menos. No existe la posibilidad de volver a empezar, te responderé fríamente.


Porque, en el caso de que todo eso ocurra, volvería a creer en la magia de los sueños.

jueves, 10 de diciembre de 2015

domingo, 22 de noviembre de 2015

Bravo por vosotros

Un aplauso para todos vosotros, os felicito. Lo estáis consiguiendo. Si queríais verme humillada y totalmente acabada, solo tenéis que ver la sombra que me sigue. Tras tantos meses luchando, cuando parecía que era tan fuerte que nada me detendría, poco a poco, gota a gota, me estáis destruyendo. Bravo.

Escapé de aquel tormento hace unos años, y creí que no volvería ni si quiera a oler aquellos recuerdos del frío invierno que pasé. Sin embargo, ese invierno lo veo más cerca que nunca y tengo miedo.
Sólo me sostienen y me empujan las pocas razones que me quedan por seguir luchando. Creía que podría, que había pasado por otras peores, pero esto ha sido demasiado. Y no para mí, creo que para cualquier alma de corazón caliente no lo habría soportado. Estoy a un paso de volver a caer en aquel barranco del que escapé. La diferencia, esta vez, es que habéis sido vosotros los que poco a poco, humillación tras humillación, me habéis empujado.

No puedo más, pronto estallaré, y será entonces cuando será tarde. Tarde para que pueda levantarme por mi misma. En ese momento, con una sonrisa irónica y lágrimas en los ojos, me reiré de mi triste vida. De mi penosa vida. Poco sol hay para tanto nubarrón. ¿Es necesario esto? ¿He perdonado tanto que me han castigado? ¿He amado tanto para que me pisoteen tanto el corazón? Es imposible afrontar la vida si cada vez que intentas levantar la cabeza te la patean. Me cansa esto. Y, lo peor, es encontrarme sola ante tanta catástrofe. ¿No ha servido de nada tantos años de cariño y amor incondicional? ¿Tan poco importa mi existencia y mi salud mental? ¿Tanto beneficio os aporta el ignorar a aquella amargada y sin salida que solo pide gestos de compasión?

Buenas tardes, he vuelto. He vuelto a morderme la lengua con tal de no llorar. He vuelto a mentir. He vuelto a fingir que todo está bien mientras que cada día amanezco con un nuevo sueño roto. Sigo preguntando por qué tanto dolor y por qué todo para mí. Muchos pensarán que soy exagerada o que solo quiero unos minutos de protagonismo. Ojalá fuera tan sencillo. Les invito a pasar por mi camino unos días.

Mi aliento desaparece y mis ganas de caer aumentan. De volver a ésos años en los que solo estaba yo y mi pena, aquéllos en los que mis lágrimas mecían mis noches. Mi único consuelo es que esta etapa pase de una vez porque cuatro años son muchos años, y porque no merece la pena tan pocos frutos para tanta siembra. Mientras tanto, a los que quieran verme acabada, les invito a que pasen al cómico circo en el que se ha convertido mi vida en los últimos meses, pues esto es solo el principio.

sábado, 22 de agosto de 2015

De vuelta ;)

He vuelto. Después de tanto tiempo a la sombra, creyendo que todo iba bien y que era cuestión de esperar, he roto con todo y he decidido que ya era hora de volver. Volver a disfrutar, a vivir y, sobretodo, a creer en mí como nunca antes lo había hecho.

Es cierto que lo que no te mata te hace más fuerte y, desangrándome poco a poco, agonizando entre un mar de dudas y dolor, estoy creciendo. Siento que es hora de volver a resurgir de mis cenizas. Después de mucho “es la última vez”, “no volverá a pasar”, he abierto los ojos. Nunca es bueno dejarse pisotear y, peor, sentirte culpable con ello excusando a los demás. Por eso, tras tanto atormentarme sin razón, he tenido que aprender a sacar los dientes. Y doy las gracias por ello. Que nunca, nunca, os hagan dudar de lo maravillosos y estupendos que sois.

Estuve encerrada en mis propios sueños, creyendo que todo iba a estar bien, que era cuestión de tiempo y que sus sentimientos eran sinceros. Nada más lejos de la realidad. Es por eso que ahora sé bien que nunca ocurrirá después de tantos escarmientos. Estaba ensimismada en una realidad totalmente diferente de lo que era esa relación ¿Por qué todos no lo veían así? ¿Por qué no se daban cuenta de lo mucho que me quería así como yo lo veía? Al final, con resquemor en el pecho y el orgullo convertido en lágrimas, tuve que darles la razón.

Me sentía perdedora si abandonaba la relación después de tanto sacrificio. Hasta que un día un demonio se revolvió en lo más hondo de mi ser y quiso salir fuera. En una de esas ocasiones en las que solía agachar la cabeza y compadecer al otro, dije BASTA. ¿Por qué todos mis sacrificios seguían sin dar frutos? Supe que ya había dado demasiadas oportunidades para saber que aquel príncipe azul no era más que un sapo maquillado. Y, aún sintiendo dolor e impotencia, decidí que ya era hora de empezar a pensar en mí y dejar ir a aquella esperanza que me tenía presa.

Me sentí liberada. Me sentí fuerte, como hacía tiempo que no me sentía. Obviamente los días tristes no tardaron en venir, incluso ahora algunas veces aparecen para llenarme la mente de dudas. Pero decidí que tenía que ser fuerte, nada de bajones. Ya era hora del cambio. Era hora de volver a ser yo, de volver a disfrutar, de tener libertad para vivir sin estar aferrada a un sueño imposible. Será difícil, lo sé, pero conseguiré estar en paz conmigo misma; conseguiré tener esa fuerza imperiosa que no me haga caer nunca más. Y sí, a día de hoy, creo que si no hubiera sido por esa relación tormentosa, no habría caído en la cuenta de que necesitaba algo de amor propio, porque, de haberlo tenido, nunca habría ocurrido tal cosa.

Así que animo a los que me lean (entiendo que el blog ha estado muuuuy dejado) que no tengan miedo a la soledad y se pongan al mando de sus vidas. El amor es sencillo, cuando es verdadero no trae sufrimientos ni dudas. Pensad que pase lo que pase siempre nos acompañará nuestra sombra hasta el fin de los días, así que tenemos que llevarnos bien con ella el mayor tiempo posible.

Tras esta reflexión, solo decir, con entusiasmo y miedo a la vez, dos palabras que significan mucho para mí: HE VUELTO.

viernes, 29 de marzo de 2013

Épocas


Qué raro está todo ahora que ya no queda nadie aquí. Aunque ya estoy acostumbrada a este frío seco, he de reconocer que añoro por momentos aquellos días cálidos y espléndidos que regalaban rayos de luz a mi vida. Y es que han cambiado tantas cosas en tan poco tiempo.

Todos dicen que me ven mejor que nunca, que es una alegría verme así, inclusive yo misma me lo afirmo todos los días frente al espejo. Sin embargo, hay días que encerrada aquí me doy cuenta de lo mal que estoy y el dolor que quema mi pecho. Os añoro y, eso, es algo que solo yo siento.

Hace tanto tiempo que no escribo… y, sinceramente, no me alegra hacerlo puesto que mis sentimientos sombríos me han arrastrado hasta aquí. Hoy, es uno de estos últimos días en los que me he vuelto a mirar al espejo y he dicho ¡basta, ya no puedo más! ¿Dónde? ¿Dónde quedó aquella joven que quería comerse el mundo, aquella que soñaba con llegar a lo más alto, ésa a la que con una sonrisa le bastaba para seguir adelante? No, no lo sé y, lo peor, no creo que nadie lo sepa. Aunque yo trate de negarlo, sé que todo aquel cúmulo de pequeñas e insignificantes cosas me ha cambiado. Lo sé. Me duele. Lo siento.

Este cúmulo me ha destrozado por dentro. Ha sido todo tan rápido que no me ha dado tiempo a prepararme. Y lloro. Lloro mucho o, por lo menos, mi corazón lo hace con constancia. Después de una época próspera y exitosa, sabía que vendrían épocas peores, de pocos frutos, pero… ¿tenía que ser todo así de frío? Por mucho que mienta, sólo consigo acallar mi agonía por poco tiempo. Y este orgullo mío me mata; ¿por qué no grito al mundo que muero, que sufro una muerte lenta que congela cualquier atisbo efímero de felicidad? ¿Por qué no dejo mi orgullo y no corro hacia la salvación? ¿Por qué mi miedo?

Miedo. Miedo a soñar, miedo a dejarme llevar y miedo, tal vez, a fracasar. Mi cuerpo se cierra totalmente hacia cualquier nuevo contacto o amistad que trate de seducir mi corazón. Y mi corazón no quiere, no quiere a nadie y esto me mata. ¿Por qué soy así? ¿Por qué me he convertido en esto? Solo deseo que el amor y la calidez llamen a mi puerta pero me niego si quiera a darles la oportunidad. Tengo tanto miedo por sufrir de nuevo que cualquier nueva amistad la someto antes a las frías leyes del razonamiento. ¿Estoy loca o qué me pasa?

Quiero calor. Calor en mi vida. Quiero luchar sin importar el riesgo, quiero ilusionarme con una sonrisa, quiero sentir cada aprecio. Quiero, exacto, quiero ser una loca, quiero vivir y no quiero, miedo me da, seguir mucho más tiempo así, muerta por dentro, tan muerta, que con el paso del tiempo me secaré y solamente mis cenizas hablarán de lo que en un tiempo sentí, viví y amé con toda la locura que me pudieron dar antes de quitármelo todo.

Me gustaría que, por una insignificante vez, las cosas salieran bien. Solamente eso.

lunes, 26 de marzo de 2012

FIN

FIN. Todo debe de tenerlo. Incluso aquello que creíamos que nunca acabaría. Siempre aparece en el momento exacto, preciso y necesario, pero a veces, aun sabiéndolo, es difícil decir adiós.
Por sorprendente que parezca, aquí vuelvo arrastrando mis sentimientos por este pedazo de papel, tras la derrota de una nueva aventura. Vuelvo aquí, buscando un consuelo inexistente y con una conocida sensación de frustración e impotencia que se escapa por mis ojos. Lo he vuelto a hacer, corazón, he vuelto a hacerte caso y mira cómo he acabado. ¡Maldito seas tú! ¡Ojalá desaparecieras de una vez de mi vida!
Mientras que mi alma llora, no puedo evitar soltar una sonrisa macabra por todas aquellas veces que juré que nunca acabaría así. Y así ha acabado. De golpe, sin avisar y dejándome sin aliento. Lo peor, es que no pude despedirme de la historia más cálida y humana que ha quedado grabada en mi memoria. Una historia tan dulce e increíble que su final ha sido la única condena que debo sufrir. Preferiría una y mil veces vivir en la mentira de esta historia, que volver al frío de las calles de mi propia vida.
¿Lo volvería a hacer? Por supuesto.
¿Volvería a sufrir? Sin duda.
¿Seguiría volviéndolo a intentar? Siempre.
Y es que, con solo saber que mi corazón se contagia de sus ganas de vivir... no me plantearía ni un segundo firmar el contrato y regalarle parte de mi alma.
Aún así, el mundo es justo, y sabe que yo nunca podría darle tal perfecta combinación, por lo que, querido sueño, encantada de conocerte y que nunca, nunca, pierdas aquella magia en la que quedó atrapado mi corazón.

martes, 14 de febrero de 2012

14-F

Qué puedo decir ahora que ya lo has dicho todo. Ahora que sé que tu corazón nunca pudo verme, que solo mi miedo a rendirme ha conseguido avivar una llama inexistente. Y yo te quiero, ¿sabes?, y me duele decirte que no puedo dejar de hacerlo. Porque quiero, ¡y mucho!, que mi corazón te olvide. Quiero dejar de desearte tanto, quiero que mi alma deje de estar mojada por las lágrimas que esconden mi pecho. ¡Maldita sea! ¡Quiero dejar de necesitarte tanto! Maldita sea yo por depender de ti y no ser capaz de decirtelo sin rodeos. ¡Qué más da ya! Ahora que sé que nunca me pertenecieron tus sueños, ahora que me doy cuenta de que no existo en tu mirada.

Y, aún así, ahí sigues tú enredando tu hechizo, tramando sucios juegos para que mi desgracia se agrave; ¿cuál es la trama de esto? ¿Qué prentendes con tanto jaleo? Dime, ¿dónde está la diversión de este juego que estás tejiendo alrededor de mi corazón?
Mi corazón está confuso y, hoy, más que nunca, desea llorar.

viernes, 3 de febrero de 2012

Y, lo peor, es que es cierto.

Qué puedo decir ahora que ya no me queda nada. Ahora que mis ilusiones se han ido con el viento que trae tu frialdad. Qué me queda ahora que mis sueños se han perdido. Y, sin embargo, lo peor, es que mi corazón aún no lo ha asumido.

¿Por qué no me lo dices de una vez? ¿Por qué no me dices que tus labios no me desean? ¿Por qué no me cuentas la verdad de tus sentimientos? Como si así pudieras tapar un poco mi herida. Como si así pudiera olvidarlo todo…

domingo, 4 de diciembre de 2011

¿Feliz? ¿Yo? ¿Por amar?

En cada momento de mi vida, ésta me enseña cosas realmente sorprendentes y desconocidas para mí. En esta ocasión, por increíble que parezca, me ha enseñado que el amor también puede ser hermoso, además de ser doloroso y desesperado como tantas veces lo he conocido. Me siento tan desconcertada… ¿Feliz? ¿Yo? ¿Por amar? Parece un chiste de mal gusto. Aún así no creía sentirlo tan pronto… Esta vez me ha pillado desprevenida, tanto que tengo miedo de convertir este sentimiento en una nueva ola de sarcasmo.
Sin embargo, esta vez es distinta a las otras, nunca imaginé que sería así. Parece mentira, pero gracias a él no hay día que no salga a la calle con una sonrisa llena de ternura. ¡Por raro que parezca soy feliz con solo su existencia! No me importa que tarde en ser mío, ahora tengo toda la paciencia del mundo, en esta ocasión me parece un regalo poder disfrutar de tan dulce espera. He pasado por tantas aventuras, he recorrido tantos caminos por el sendero del amor, pero este no se parece en nada a los anteriores. Me siento estupenda y los demás lo notan ¡nunca creí que cabría tanta dulzura en mi corazón! Incluso hay una llamarada dentro de mi que me empuja a ser cada día mejor. ¿Cuántas horas habré pasado en el espejo imaginándolo? ¿Cuántas veces me he derretido al ver sus ojos brillar? ¿Y cuántas veces habré salido triunfal tras una sonrisa suya?
Sueño con sus palabras, con su atención y su dulzura. No me pertenecen, pero el simple hecho de percibirlas y saber que están allí, me dan una felicidad que ni el más apasionado beso me ha podido regalar.
Qué rara que soy y cada día más. A diferencia de otras historias, por el momento quiero ir despacio, muy lento porque ahora no le deseo a él, solo deseo conquistar su corazón tan despacio que cuando se dé cuenta ya me tendrá entre sus brazos. Y aún así, me sigue pareciendo extraño, es extraño que sonría embobada mientras escribo y pensar que él es feliz aunque no esté conmigo. Sigo sin comprender qué sucio truco está usando conmigo el destino, pero por ahora, por muy raro que sea, me siento dichosa por padecer tal sentimiento por el que tanto llegué a temer. Por lo que, destino mío, sigue con tu maléfico plan porque esta vez me voy a dejar arrastrar bajo tu hechizo.
¡Y QUE SE ENTERE TODO EL MUNDO!

miércoles, 27 de abril de 2011

Teoría

Hoy, como otros innumerables días, entro en este cuchitril que llamo habitación y te busco sin demora. Te encuentro en el rincón de siempre, hoy tampoco me abandonaste. Te abrazo y trato de hallar el consuelo a todas las emociones acumuladas del día. Me sumerjo en tu suavidad y en tu dulce olor a inocencia. Con ojos brillantes te pregunto qué es lo que ha cambiado hoy con respecto a los otros días. Tú, como de costumbre, no respondes. Yo te vuelvo a preguntar por enésima vez por qué me pasa esto a mí, y tú permaneces impasible, como siempre. Entonces rompo a llorar desesperadamente porque he necesitado todo el tiempo que llevo viviendo, que es bastante, para conocer la respuesta. Me cubro el rostro con las manos ignorándote por unos segundos. Cuando me vuelvo a acordar de ti, te presento mi teoría. “El ser humano es gilipollas”.
Así es. La estupidez es la culpable de que nuestra especie se considere imperfecta. Ante tal confesión me observas de forma indiferente con tu habitual sonrisa en los labios. Hipócrita. En realidad, te pareces tanto a mí…

Está bien, al ver tu sarcasmo no puedo evitar darte la explicación de mi teoría tan general y rotunda. El ser humano es gilipollas, estúpido, idiota, tonto, bobo, imbécil, etcétera, por una razón muy simple; le resulta muy fácil criticar, sin embargo, le resulta imposible juzgarse a sí mismo con objetividad. Y punto. ¿Ahora qué me dices?
Nada, repetidamente me ignoras y me envías miradas y sonrisas empalagosas. Ciertamente, todo hay que decirlo, no es nada nuevo para ti. Ni para mí. Por la razón que he citado anteriormente, soy gilipollas. Soy estúpida en el colegio, soy imbécil en los pasillos de éste, soy idiota en los recreos y soy subnormal del todo con mis compañeros de clase. No tengo amigos, sólo te tengo a ti. Culpo a mis compañeros de que pasan de mí y se burlan a mis espaldas, que no me dirigen la palabra, que son malvados pero, ¿es que yo acaso alguna vez les he saludado siquiera? Ni eso. Es muy fácil criticar.
Pero esto se acabó, no es que vaya a dejar de ser estúpida, pero sí que voy a ser una persona a partir de ahora. Y voy a empezar despidiéndome de ti. Porque siempre he sido como tú: hermosa e indiferente por fuera y pura sensibilidad por dentro. Y hoy ya no quiero ser así: una muñeca con ojos de cristal y sonrisa pintada.
Hoy quiero llorar, quiero reír, quiero hablar, quiero luchar y perder, quiero competir y ganar, quiero enamorarme, quiero querer, quiero ser feliz de verdad y no quiero fingir. HOY QUIERO CRITICARME Y QUERERME POR ELLO. Por eso, mi dulce amiga, adiós.

sábado, 16 de abril de 2011

Yo estoy bien

Sí, así es. Pienso en ti, y eso es malo. Tan malo que lloro por dentro cada vez que te veo esquivar mi mirada. Tan malo que huyo y huyo y no consigo salir de esta tonta aventura. Tonta, tonta, tonta. Una y mil veces tonta. Tonta por no mirar hacia otro lado y enseñarte lo feliz que soy sin un poco de tu amor.
Es una guerra perdida. Y, la verdad, no sé por qué me sorprendo ahora cuando llevo años detrás de tus pasos, detrás de tu vida y conociéndote cada día un poco más en la distancia. Pero ahora la cosa ha empeorado. Empeoró en el momento en el que cuando tus ojos se encontraron con los míos, éstos se me llenaron de lágrimas. Y, a partir de ahí, no hay momento en el que no quiera llorar de frustración al recordar los opuestos que somos tú y yo.
Rezo por las noches porque por una vez sea el centro de tus sueños, aunque solo sea por un segundo. ¿Cómo puede ser posible que me persigas allá a dónde voy? Cuando estudio, ahí estás tú, cuando un chico me sonríe, en su sonrisa estás tú y cuando sueño, tú eres mis sueños. Soy fuerte, soy fuerte, no funcionaría, es una estupidez. Lo mío sí que es pecado, llorar porque estés bien, porque todo te vaya bien, y porque pueda ver un día más tu sonrisa a metros de distancia.
En qué me habré fijado de ti. ¿En tu físico? ¿En tu personalidad? Como si eso te importara. Tranquilo, no me interpondré en tu vida, solo quería explicarte el porqué te sonrío siempre, aunque no venga a cuento, ahora que ya me marcho. No te asustes, no es amor, lo sé, es la edad. Es la edad de decir tonterías. Ya se me pasará.
En realidad, solo quería agradecerte por esos momentos en los que me coronaste reina. En aquellos momentos en los que me mirabas a hurtadillas con brillo en los ojos y me seguías con la mirada. Por aquel momento en el que, a escondidas, pude contemplarte a mi lado dormido. Y por aquella sonrisa que me devolviste con confianza. Gracias por hacerme sentir tu reina por unos minutos. Y no te preocupes por mí, yo estoy bien. Estoy segura de que pronto encontraré al hombre de mis sueños y tendré la suficiente madurez para decirle “te quiero” y enamorarme de verdad, como debe ser. Porque esto no es amor, es pura obsesión.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Paradojas y conjeturas

En esta etapa de mi vida, en la que comienzo a torturar mi mente llenándola de paradojas y conjeturas, no puedo dejar de preocuparme por preguntas tan estúpidas como el sentido de la vida. No dejo de observar mi alrededor y entenderlo como si se tratara de las piezas de un puzle. No obstante, lo peor es que no descubro nada bueno en esta peculiar aventura que nos prepara la vida.
No logro comprender el fin de toda esta sociedad que se mueve al ritmo de la envidia, la soberbia y el egoísmo: ¿dónde están los valores que nos enseñaron de pequeños? ¿Dónde quedan la justicia, la solidaridad, la verdad y el amor? ¿Qué hay de la bondad?
No puedo ver más allá del éxito de personas que han alcanzado la fama y la riqueza a través de hechos banales y comentarios sin novedad, mientras que los que se han esforzado para conquistar sus sueños, como nos han enseñado, se han quedado en la puerta de la felicidad y se quedan atrás de los que desean el poder.
En esta etapa de mi vida, no consigo darle claridad a esta lucha contra la honradez. No sé qué es lo bueno, qué es lo que conlleva todo esto, por cuál camino decantarme… No sé si merece la pena decir la verdad, compartir, amar, o, por el contrario, si lo mejor es caer en el instinto que nos hace ser monstruosos a los ojos del mundo.


domingo, 27 de febrero de 2011

Vivo de esa ilusión

El mundo es raro, pero hay veces en las que soy yo la rara. El otro día mismo, con un resquemor en el pecho, gruñía frustrada por la injusticia, lo mal repartido que está el mundo y lo mal que acaban esas personas que miran el mundo con ojos de cambio y progreso. Sí, fue uno de esos días en los que quieres dejar la voz para gritarle al mundo el mal camino que está tomando.
Y ayer, quizás fuera por aquel sol brillante andaluz, sonreí para mis adentros y deseé subir  a una colina para contemplar cuan maravilloso es el mundo. Ese día pues estaba agradecida y orgullosa por vivir, por poder observar la belleza que nos esconde la vida.
Y hoy, mejor que antesdeayer y peor que ayer, concluyo con que sí, es verdad, hay momentos que dan pena, mucha pena, pero que son compensados con la satisfacción de ser queridos, de levantarse tras una caída y de poder contárselo a los demás. Porque como últimamente pienso, lo bello no sería tan sublime si no existiera lo horrible, lo espantoso y lo nefasto.
Una vez más doy mi apoyo para mirar al cielo con orgullo y satisfacción porque de lo horrible siempre, siempre, se aprende.

jueves, 13 de enero de 2011

Hoy va por vosotros

Soy devota de las cosas buenas, bonitas y espléndidas. Sin embargo, mi corazón se emociona al ver personas de tan buena maña. Hoy dedico mi entrada a aquellas personas cuyas ideas son nítidas y nada egoístas, tratando de aportarle algo suculento al mundo. En las que en sus ojos no existe el cansancio y viven por el cambio. Que lloran cuando es necesario y toman su destino con valentía.
En definitiva, esas personas por lo que merece la pena el mundo y el esfuerzo.


Y yo os admiro. Siempre tendréis un hueco aquí dentro.


Un brindis por esas personas de las que, estoy segura, siguen aquí, alargando la vida del mundo.

martes, 28 de diciembre de 2010

Paciencia

En estas fechas en las que el frío arranca la calidez de nuestras almas, es un período de preciosa armonía en el que todos se ponen de acuerdo por una vez en amarse.
Las vías de los trenes se congelan atrapando el viaje de mis pensamientos y caricias. Mis manos son incapaces de acariciar la gran capa de nieve que se amontona pero, aún así, percibo el frío de estos días. La navidad es bonita, cargada de esa magia que nos presentan las fiestas y la ilusión. Y esa magia no es ficticia, es tan real como las ganas de volar, de sonreír y de sentirte una reina por un día. Esa magia es real, no obstante, hay que vivirla.
La enfermedad cubre gran parte de mi ser. Una enfermedad que mantiene en calor gran parte de mi cuerpo cuando debería de estar congelado, desconectado, aislado. ¿De qué sirve calentarse la cabeza si no es para derretir el cansancio y la apatía?
Por eso, cerraré los ojos y esperaré a que mis pulmones respiren ese aire cargado de magia y sueños propio de la navidad.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

La sencillez de la vida

¿Y hoy qué va a ser? ¿Destino? ¿Perfección? ¿Belleza sin límite? ¿Amor, amor, amor…?
No lo sé, pero hoy va a ser de algo bueno, bonito, que te transmita paz y honra. No sé cómo voy a conseguirlo, pero sé que me bastará con un poco de magia y entusiasmo. Hoy no voy a alcanzar verdades ni discernir el futuro del presente. Va a ser simple, directo, alocado, pero lleno de una sencillez exquisita.

Si os dijera que esto estaba planeado, me estaría engañando a mí misma. No es felicidad, ni vehemencia, ni simpatía, ni ilusión, sin embargo, no estoy hostil y eso es más que suficiente para sentirme dichosa. Como otras tantas veces, sé que la vida se mide por las pequeñas cosas, esos insignificantes detalles que cambian el modo de ver el mundo. Esas cosas que te hacen preguntar para qué quieres más. Esos momentos tan magníficos en los que te das cuenta de que si tuvieras más, nada cambiaría.

En esos instantes en los que te dan una oportunidad para cambiar y, entonces, no hay sentimiento que te alcance, sólo la sencillez y la belleza del intentar.
http://www.youtube.com/watch?v=1SieeG_PF5o

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Y es que los años no perdonan

A veces tienes que quitarte por ti misma la venda de los ojos. Y es cuando te das cuenta de que el tiempo cuenta y de que las cosas cambian. Un día, te miras en el espejo y notas que has crecido cinco centímetros y de que tu cara denota el símbolo de la responsabilidad.


Pero yo no quiero eso, no lo quiero. Estoy deprimida por aquel tiempo que se me ha escapado de mis manos tiernas e inocentes. No quiero el futuro, no lo quiero. No quiero verme al pasar los años, estoy obsesionada por el tiempo perdido. Mi cuerpo ha acumulado experiencia, y con eso no me basta. ¡Cómo envidio a los que aún pueden disfrutar de su espontaneidad!


Deseo retener el tiempo y olvidar el futuro para encargarme del pasado.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Utopía

A veces el mundo puede ser demasiado pesado como para llevar todo el peso en el hombro.
A veces la vida puede ser demasiado difícil como para resolver todos los problemas.
A veces la sociedad puede ser demasiado injusta como para entender la verdad.
A veces la amistad puede ser demasiado egoísta como para olvidar el compañerismo.
A veces el amor puede hacerte desear el odio.
A veces la realidad puede ser demasiado real como para dejarte escapar.
A veces la fantasía puede que solo sea... fantasía.

Fantasía divina que no existe pero que todos conocemos. Magia innata contra la supervivencia. Espíritu de lucha contra la monotonía. Celestial melodía contra la violencia. Sentimiento puro contra la hipocresía. Libertad de expresión contra la opresión.
Fantasía divina, eres nuestra salvadora. ¿Qué sería el mundo sin ti? ¿Qué seríamos sin los sueños? ¿Qué seríamos sin las ilusiones?

La realidad es dura, pero la utopía hace que merezca la pena cada minuto vivido en ella.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Por esos recuerdos que te hacen crecer

Me senté en aquel banco. Dejé mi carpeta a un lado y me crucé de piernas. Las hojas de los árboles revoloteaban inquietas sobre el suelo y varios mechones se estamparon con mi rostro tratando de escapar junto al aire otoñal. Estudié aquel patio vacío y sin color. Escuché el profundo eco de los pasillos y el repiqueteo que la melancolía producía en mi corazón. Cerré los ojos al mismo tiempo que el viento se volvía más cálido y acogedor. Solo tenía que volver cuatro años atrás.

Y entonces vi a una niña envuelta en un chaquetón rojo que solo dejaba ver unas larguísimas piernas. Su rostro me transmitía mucha paz. Los coloretes resaltaban en su piel blanca. Le seguían un grupo de chicas de su edad. El patio adquirió un color más alegre y atrevido y el otoño parecía el comienzo de una nueva aventura. Una aventura tan arriesgada e importante como la de vivir. Ellas ávidas de alegría, sonreían y se apoyaban unas a las otras, desconociendo el frío del futuro invierno. Corrían despreocupadas hacia la responsabilidad, sin saber que con ello perderían el gran poder de la inocencia.

Sentí un cariño infinito hacia aquella pandilla. Amigas que compartieron tantos momentos, que lucharon y lloraron por tantas injusticias y que soñaron por llegar a conseguir sus metas y estar juntas por siempre. Aquellas niñas que eran felices con las pocas sonrisas que recibían al día. Un día juntas era suficiente como para enterrar una semana de tristeza. Se respiraba tanto amor y compañerismo que me iba a estallar el corazón de felicidad.


Abrí los ojos y me sequé varias lágrimas con mi guante de colorines. Tantos recuerdos, tantas ilusiones… Ahora, cuatro años después aquí estamos, dando guerra. Algunos nos han dejado, otros han aparecido en nuestras vidas a lo largo de esta historia. Puede que las metas hayan cambiado y que el sentimiento no sea tan puro y tan amplio. Pero los recuerdos siempre permanecerán aquí, en nuestro corazón.

Y la verdad es que estoy orgullosa, muy orgullosa de aquellas niñas porque sé que algún día recordarán tanto como yo estos recuerdos y sentirán una ternura completa. Y es que, aunque tenga que echar de menos el pasado, cuatro años después, y reconocer la belleza de nuestra amistad, muchas veces deseo volver al pasado e ir hacia vosotras para deciros:

“Sois grandes, echad a correr y disfrutad de vuestra inocencia sin preocuparos. Porque cuando seáis mayores como yo, os sentiréis dichosas por ello.”