Porque las palabras nos hacen distintos a las demás especies.
Porque las letras forman parte de nuestra esencia.
Nuestra alma se materializa en papel y tinta y nos ayuda a revelar nuestras ideas e inquietudes. A través de ellas decidimos, reímos, enamoramos y lloramos. Por eso, cada símbolo que aparece en un papel nos determina.
¿Acaso existe algún otro pasaporte más utilizado y simple que nos lleve a la libertad de nuestros sentimientos?

jueves, 10 de diciembre de 2015

domingo, 22 de noviembre de 2015

Bravo por vosotros

Un aplauso para todos vosotros, os felicito. Lo estáis consiguiendo. Si queríais verme humillada y totalmente acabada, solo tenéis que ver la sombra que me sigue. Tras tantos meses luchando, cuando parecía que era tan fuerte que nada me detendría, poco a poco, gota a gota, me estáis destruyendo. Bravo.

Escapé de aquel tormento hace unos años, y creí que no volvería ni si quiera a oler aquellos recuerdos del frío invierno que pasé. Sin embargo, ese invierno lo veo más cerca que nunca y tengo miedo.
Sólo me sostienen y me empujan las pocas razones que me quedan por seguir luchando. Creía que podría, que había pasado por otras peores, pero esto ha sido demasiado. Y no para mí, creo que para cualquier alma de corazón caliente no lo habría soportado. Estoy a un paso de volver a caer en aquel barranco del que escapé. La diferencia, esta vez, es que habéis sido vosotros los que poco a poco, humillación tras humillación, me habéis empujado.

No puedo más, pronto estallaré, y será entonces cuando será tarde. Tarde para que pueda levantarme por mi misma. En ese momento, con una sonrisa irónica y lágrimas en los ojos, me reiré de mi triste vida. De mi penosa vida. Poco sol hay para tanto nubarrón. ¿Es necesario esto? ¿He perdonado tanto que me han castigado? ¿He amado tanto para que me pisoteen tanto el corazón? Es imposible afrontar la vida si cada vez que intentas levantar la cabeza te la patean. Me cansa esto. Y, lo peor, es encontrarme sola ante tanta catástrofe. ¿No ha servido de nada tantos años de cariño y amor incondicional? ¿Tan poco importa mi existencia y mi salud mental? ¿Tanto beneficio os aporta el ignorar a aquella amargada y sin salida que solo pide gestos de compasión?

Buenas tardes, he vuelto. He vuelto a morderme la lengua con tal de no llorar. He vuelto a mentir. He vuelto a fingir que todo está bien mientras que cada día amanezco con un nuevo sueño roto. Sigo preguntando por qué tanto dolor y por qué todo para mí. Muchos pensarán que soy exagerada o que solo quiero unos minutos de protagonismo. Ojalá fuera tan sencillo. Les invito a pasar por mi camino unos días.

Mi aliento desaparece y mis ganas de caer aumentan. De volver a ésos años en los que solo estaba yo y mi pena, aquéllos en los que mis lágrimas mecían mis noches. Mi único consuelo es que esta etapa pase de una vez porque cuatro años son muchos años, y porque no merece la pena tan pocos frutos para tanta siembra. Mientras tanto, a los que quieran verme acabada, les invito a que pasen al cómico circo en el que se ha convertido mi vida en los últimos meses, pues esto es solo el principio.

sábado, 22 de agosto de 2015

De vuelta ;)

He vuelto. Después de tanto tiempo a la sombra, creyendo que todo iba bien y que era cuestión de esperar, he roto con todo y he decidido que ya era hora de volver. Volver a disfrutar, a vivir y, sobretodo, a creer en mí como nunca antes lo había hecho.

Es cierto que lo que no te mata te hace más fuerte y, desangrándome poco a poco, agonizando entre un mar de dudas y dolor, estoy creciendo. Siento que es hora de volver a resurgir de mis cenizas. Después de mucho “es la última vez”, “no volverá a pasar”, he abierto los ojos. Nunca es bueno dejarse pisotear y, peor, sentirte culpable con ello excusando a los demás. Por eso, tras tanto atormentarme sin razón, he tenido que aprender a sacar los dientes. Y doy las gracias por ello. Que nunca, nunca, os hagan dudar de lo maravillosos y estupendos que sois.

Estuve encerrada en mis propios sueños, creyendo que todo iba a estar bien, que era cuestión de tiempo y que sus sentimientos eran sinceros. Nada más lejos de la realidad. Es por eso que ahora sé bien que nunca ocurrirá después de tantos escarmientos. Estaba ensimismada en una realidad totalmente diferente de lo que era esa relación ¿Por qué todos no lo veían así? ¿Por qué no se daban cuenta de lo mucho que me quería así como yo lo veía? Al final, con resquemor en el pecho y el orgullo convertido en lágrimas, tuve que darles la razón.

Me sentía perdedora si abandonaba la relación después de tanto sacrificio. Hasta que un día un demonio se revolvió en lo más hondo de mi ser y quiso salir fuera. En una de esas ocasiones en las que solía agachar la cabeza y compadecer al otro, dije BASTA. ¿Por qué todos mis sacrificios seguían sin dar frutos? Supe que ya había dado demasiadas oportunidades para saber que aquel príncipe azul no era más que un sapo maquillado. Y, aún sintiendo dolor e impotencia, decidí que ya era hora de empezar a pensar en mí y dejar ir a aquella esperanza que me tenía presa.

Me sentí liberada. Me sentí fuerte, como hacía tiempo que no me sentía. Obviamente los días tristes no tardaron en venir, incluso ahora algunas veces aparecen para llenarme la mente de dudas. Pero decidí que tenía que ser fuerte, nada de bajones. Ya era hora del cambio. Era hora de volver a ser yo, de volver a disfrutar, de tener libertad para vivir sin estar aferrada a un sueño imposible. Será difícil, lo sé, pero conseguiré estar en paz conmigo misma; conseguiré tener esa fuerza imperiosa que no me haga caer nunca más. Y sí, a día de hoy, creo que si no hubiera sido por esa relación tormentosa, no habría caído en la cuenta de que necesitaba algo de amor propio, porque, de haberlo tenido, nunca habría ocurrido tal cosa.

Así que animo a los que me lean (entiendo que el blog ha estado muuuuy dejado) que no tengan miedo a la soledad y se pongan al mando de sus vidas. El amor es sencillo, cuando es verdadero no trae sufrimientos ni dudas. Pensad que pase lo que pase siempre nos acompañará nuestra sombra hasta el fin de los días, así que tenemos que llevarnos bien con ella el mayor tiempo posible.

Tras esta reflexión, solo decir, con entusiasmo y miedo a la vez, dos palabras que significan mucho para mí: HE VUELTO.