Porque las palabras nos hacen distintos a las demás especies.
Porque las letras forman parte de nuestra esencia.
Nuestra alma se materializa en papel y tinta y nos ayuda a revelar nuestras ideas e inquietudes. A través de ellas decidimos, reímos, enamoramos y lloramos. Por eso, cada símbolo que aparece en un papel nos determina.
¿Acaso existe algún otro pasaporte más utilizado y simple que nos lleve a la libertad de nuestros sentimientos?

martes, 31 de agosto de 2010

Primer Amor

La brisa del mar entra por la ventana envolviendo la habitación en un ambiente más fresco y renovado. Me asomo a la ventana y el aire estival me trae el olor a pescado. Fijo mi vista en el horizonte y me paralizo para ver cómo el sol se esconde bajo el océano, tiñéndolo de un color anaranjado del que ya estoy acostumbrado pero del que nunca dejo de maravillarme. Me apoyo en el alféizar de la ventana pensando que podría quedarme así durante horas. Cierro los ojos al sentir el ligero movimiento de mis cabellos sobre mis ojos. Escucho el murmullo de numerosas conversaciones entrecruzadas que, como me imagino, ahora en verano son más banales. Se oyen risas débiles y fuertes, y algún que otro chapoteo en la orilla. Y más risas.

Abro finalmente los ojos y miro abajo, hacia la calle. Una pareja adolescente y acaramelada pasea bajo la amarillenta luz de las farolas dándose mimos muy pegados. La chica descubre una pequeña risita nerviosa entre sus labios, que hace que él sonría satisfecho. Cuando pierdo a los novios de vista, pienso que yo también compartí lo que ellos vivieron. Ese sentimiento de felicidad espontáneo, esa necesidad de comerte el mundo y esa urgencia de que el tiempo no pase demasiado rápido. Esos sentimientos enterrados en mi corazón, me traen a la memoria un recuerdo que aún mantengo vivo en mis entrañas. Y, por un momento, siento cómo los escombros de esa historia se avivan y emiten una nueva ola de calor.

Cuando me doy cuenta, estoy abriendo el cajón de una mesita de noche contigua a la ventana. ¿Por qué estoy haciendo esto después de tanto tiempo?-me pregunto resignado. Encuentro lo que buscaba. Desde aquel día siempre ha permanecido aquí. Aislado e intacto como mi corazón que ha aprendido a mentir.

Me acerco la flor a mi nariz con suavidad aunque esté ya marchita. Olfateo lo que queda de su perfume y cierro los ojos dudando si podré recordarlo todo con tanta intensidad como antes. El aroma es muy débil, no obstante, consigue arrancarme todos los secretos que creía que nunca me volverían a inquietar. Dios, hay tantos recuerdos… Mi respiración se agita cuando soy consciente de que soy incapaz de retirar esa rosa blanca muerta, como nuestro amor.

Paseos bajo la luna guardiana, confesiones bajo el mar, risas sobre la arena, lágrimas en la orilla… ¿Te acuerdas? No consigo arrancarme de mi alma la dulzura que emitían tus ojos cuando querían decirme “te quiero”, ni olvidaré nuestro primer beso bajo la puerta de tu casa. Cuando cogía tu mano y creía que me iba a morir sin rozar tus labios una vez más. La vez en que me buscaste llorando porque tuviste una pesadilla, y que en ella me perdías para siempre. Y el día en el que me regalaste una rosa blanca cuyo significado era la pureza y belleza de nuestro amor eterno. Eterno, ¿quién dijo eso? Supongo que hace unos años todo era visto con otro color más optimista e inagotable. Siempre me repito; “fue bonito mientras duró…” ¿Seguro que ha acabado para siempre? ¿Ya es demasiado tarde para volver a amar?

A veces suelo verte pasear por mi calle, como lo hacías conmigo, salvo que esta vez tu brazo rodea el de otro. Ya lo he asimilado, pero no puedo evitar mirar al suelo cada vez que pasas destilando felicidad. ¿Te acuerdas de la primera vez que nos conocimos? Yo estaba pescando cuando te acercaste con tu hermano y cogiste mi cebo por error. Siempre me reprochaste que carecía de romanticismo. Sin embargo, a mi me pareció el más perfecto y original comienzo. Tú acababas sonriendo cada vez que te lo recordaba y extendías tus brazos para abrazarme y dejar que contestara tu calidez.

Hoy he conocido a Pilar, es bastante alegre además de guapa. Esta mañana he decidido que podría arriesgarme y vivir algo nuevo y bonito, como tú lo has hecho, a excepción de que me duele pensar que será muy difícil superar lo que ambos compartimos. Por probar que no quede. ¿Y por qué ahora estoy dudando de mis palabras? ¿Por qué ya no veo tan apacible a Pilar? ¿Por qué no dejo de pensar si a ti te dolería que estuviera con ella?

Acabo de guardar la rosa en la mesita. Voy a llamar a Pilar para quedar mañana, no, mejor, esta noche. Saldremos y rezaré por que la suerte esté de mi lado. Demonios… ¿por qué aún sigues viva en mi mente? Los dos sabemos que tú no volverás, ni yo tampoco lo haré. Todo terminó y han pasado unos cuantos años desde aquello. Es sólo la melancolía la que me hace daño. El saber que podría haber sido diferente. Lástima, demasiado tarde para arrepentirse.

Pilar me acaba de confirmar lo de esta noche. Bien, veamos… Abro el armario y rebusco mis mejores galas. Puf, hace tanto tiempo que no salgo con nadie. Encuentro una camisa y unos pantalones que me parecen adecuados para una primera cita. Ni muy descuidado ni muy insinuante. Me doy una ducha rápida para, entre otras cosas, apagar las cenizas que se encendieron de lo que debe de estar olvidado. Me visto y me echo una gotas de una colonia muy varonil y fresca que me regaló mi madre por año nuevo. No estoy mal, la verdad. Quizás hasta le guste. Sonrío ante esa perspectiva. Me alegro de que mi piel morena por el sol resalte mis ojos azules. Incluso me enamora mi reflejo en el espejo. Decido al fin cerrar la ventana y salir del portal de mi casa con la simple esperanza de volver con un nuevo corazón. ¿Quién me lo iba a decir?

El aire de la calle me renueva otra vez. Voy a por todas. Te dedico una última evocación y pienso que ha llegado el turno de ilusionarme como antaño. Yo también tengo derecho a tener otra oportunidad. Y, por una vez en un par de años, siento súbitamente el deseo de enamorarme con locura y dejarme llevar. Y dejar en la mesita esa rosa marchita en recuerdo de un dulce y memorable primer amor.


viernes, 27 de agosto de 2010

Lágrimas de cocodrilo

Niña, no llores. No dejes que tus lágrimas se escapen de tus brillantes ojos color esperanza. No permitas que tus mejillas se mojen, ni lo pienses. Ni que siquiera tu mente se encuentre con pensamientos oscuros y tristes. Niña, tú eres muy bella, ¿no te lo habían dicho? Pues no tiñas de pena tu rostro inocente a la realidad. Niña, no hagas esto, no te des por vencida. La verdad es muy mala, y tú has madurado antes de tiempo, pero por lo que más quieras, no llores, niña.



Has sufrido mucho y la vida ha sido injusta contigo, pero no le des la satisfacción de verte sufrir. Eres muy joven niña, ¿acaso no hueles las frescas primaveras de tu juventud? Me temo que tus lágrimas han taponado tu nariz. Niña, coge un pañuelo y seca esas lágrimas que nunca han parado de salir por tus apagados ojos.


Niña, no preguntes más el por qué de las cosas. Déjalo todo como está. Es mejor así. Así que levántate y ve aquel reflejo tuyo sonriente que nunca has conocido. ¿No te ha dicho nadie que es hermosa tu sonrisa? ¿Acaso no puedes sentirla? Creo que tus lágrimas han manchado tus ojos de penumbra y ahora no puedes ver ningún rastro de alegría. Niña, levántate y ponte hermosa para actuar como una muchachita y no como una anciana.


Niña, no le des más vueltas al mismo incógnito. Todo pasará y tus dudas se resolverán. Mientras tanto, disfruta de la esperanza de vivir. Siembra fe y recoge la gran experiencia de tus frutos. Lucha con tu vida por lo que quieres. Así que no te quedes estancada, niña. Si sales a la calle, algún día probarás el sabor de tus sueños. ¿Te imaginas como saben? A gloria, niña, a felicidad. ¿Qué tú no puedes sacarle sabor a la vida? ¿Las lágrimas han vuelto agrio tu paladar? Ay niña, esto es peor de lo que pensaba.


Niña, no suspires por las ilusiones rotas y busca otras nuevas. Asómate a la ventana y mira las estrellas. Ellas de por sí son un milagro, ¿sabes por qué niña? Porque son pequeños seres que han conseguido llegar a lo más alto y brillar hasta la eternidad. Y yo quiero que tú también lo consigas. Niñita, deja de madurar y sueña. Deja que la pureza perdure en tu corazón. Llega al cielo y siéntete dichosa por ello, mi niña.
Tus mechones rubios están mojados, pero todo no es así. El desierto está seco, niña, y el agua es buena. El agua moja pero es muy buena. Y tus lágrimas están saladas. Ah, cierto, que no las puedes saborear. Niña, el cielo está seco, ¿por qué no lo tocas? Ah, que tus manos y tu rostro se han acostumbrado al frío y húmedo glaciar que se escapa por tus ojos. Niña, te lo repito, respira el aire limpio de las ganas de vivir.



¿Y ahora que me dirás? ¿Qué tampoco puedes escuchar mis súplicas? ¿Qué tus lágrimas han taponado tus oídos como tu nariz, ojos, boca y rostro? ¿Es eso? Niña, ¿no te das cuenta de que no eres nada? ¿Por qué no reprimes tus lágrimas y te las guardas para cuando de verdad te las merezcas?
Niña, por última vez, deja que te seque la inundación que ha colmado tu pecho. Esa inundación que ha ahogado lo que deseabas. Niña, sé fuerte y no sigas inválida. Sal a la calle y comprueba que todo es distinto. Recupera tus sentidos que han sido arrebatados. Porque tus lágrimas son malas: te han dejado sin nada. Por lo que guarda tus lágrimas de cocodrilo y juega a ser niña de verdad. Como tú lo fuiste alguna vez. Como yo misma lo fui.

jueves, 26 de agosto de 2010

Sabor de amor

Sabe a limón, a naranja y a fresa. Sabe a azúcar y agua de mar. Sabe a batido y a cerveza. Sabe a tantas cosas… que con ellas se puede crear un concentrado zumo de todos los sabores existentes del mundo.
Sin embargo, también son muchos los que aprecian su frescor en inocencia e inexperiencia, porque aunque no sea la primera vez que lo pruebes, lo vas a sentir como si lo fuera. En su textura predominan la caída de las hojas del otoño y el resurgir de una flor en primavera. Es suave como una pluma que juguetea con rozarse por tu espalda desnuda aportándote una gran explosión de placer. Tiene un sabor procedente de días de lluvia y volcanes despiertos. Es cierto que puede ocurrir en algunas ocasiones que la sensación que te provoque sea de deseo y otras de miedo.

Deseo a lo nuevo, a lo inexplorable, a lo escondido. Deseo a conocer lo que este manjar esconde y conquistarlo para siempre. Un deseo retenido que se muestra en la exposición de esta singular combinación de sabores, y un deseo a guardar el recuerdo de su degustación para siempre.

Miedo al futuro, al presente y a lo que no se conoce también. Miedo a perderlo, miedo a recordarlo demasiado y miedo a retenerlo para siempre. ¿Contradictorio no?

…Sabe a baile, a salsa, a confianza, a sinceridad. La más selecta y exquisita gama de todos los sabores del mundo para crear un plato sin igual, que todos desean tomar, pero pocos se atreven a probar bocado y disfrutar de su abanico de color.

¿Qué cómo se consigue crear? Fácil, simplemente sal de tu casa y besa a esa chica o chico que te pidió ayer salir a cenar y lo/la rechazaste por no atreverte a tomar una cucharada de su poción.

Sabe a besos, a caricias bajo la luna llena, a paseos confidenciales, a noches en llanto, a días dorados, a abrazos interrumpidos y a sorpresas.
Éste es el sabor del amor.

Llueve

A mí nunca me ha gustado la lluvia. Siempre tan hostil, fría y agraciada. Sin embargo, aquel día, una débil llovizna estalló sobre nuestras cabezas y sobre ese aire estival que comienza a debilitarse. A mí no me gusta la lluvia, sin embargo, aquel día, después de todo, agradecí cada gota de agua dulce que se filtraba entre mis mechones. Adoré que las nubes amenazaran en aquel pueblo tan aparentemente inhóspito. Y, lo que empezó por ser una noche más sin ton ni son, terminó por ser una pequeña y frágil aventura más. Porque agradecí sentirme escuchada en la más absoluta oscuridad y porque a través de una sonrisa y un apretón de mano comprendí que aquella débil llovizna me había liberado temporalmente de la esclavitud.

Comprendí y supe aquella noche que mi diario había sido el cielo. Que las nubes que amenazaban y se amontonaban días atrás, eran mi temperamento. El color de las nubes se teñía de negro a medida que mi impotencia e indignación me estrujaban el pecho. Me sentía tan cargada y apática que creía que mi futuro se dibujaba del mismo color; sin salida. Pero cuando estalló aquella pequeña tormenta supe que una parte de mi carga se había ido con ella. Me sentí libre y aprecié a los que lo habían dicho antes, recordé las miradas brillantes y serenas de quienes me habían esperado desde el principio y vi aquella brizna de vida que se había quedado descubierta al pasar aquella tempestad.

Y fui realmente consciente de que cada minuto que pasaba con ellos me devolvía aquella ilusión que había sepultado.
Y es que, quizás, este año consiga que no se vuelva a nublar y recupere ese ímpetu que perdí o tal vez encuentre esa energía para luchar que creía inexistente.

Por eso, ahora, aprecio la lluvia que se cuela entre mis ropas para enfriar ese corazón perdido.

domingo, 22 de agosto de 2010

Quiero ser como tú ;)

Yo soy el rey del jazz agogó
El más mono rey del swing
Más alto ya no he de subir
Y esto me hace sufrir

Yo quiero ser hombre como tú
Y en la ciudad gozar
Como hombre yo quiero vivir
Ser tan mono me va a aburrir

Oh, dubidú,
Quiero ser como tú
Quiero andar como tu
Dar como tú

A tu salud
Oh, dímelo a mi
Si el fuego aquí
Me lo traerías tú

A mi no me engañas Mowgli
Un trato hicimos yo y tú
Y dame luego, luego del hombre
El fuego para ser como tú

Y dame el secreto cachorro
Dime, como debo hacer
Dominar quiero, el rojo fuego
Para tener poder

Oh, dubidú
Dímelo a mi
Si el fuego aquí, me lo traerías
Shubidubadibu

A tu salud
Oh, dímelo a mi
Si el fuego aquí
Me lo traerías tú

Yo soy el rey del jazz agogó
El más mono rey del swing
Más alto ya no he de subir
Y esto me hace sufrir

Yo quiero ser hombre como tú
Y en la ciudad gozar
Como hombre yo quiero vivir
Ser tan mono me va a aburrir

Oh, dubidú
Dímelo a mi
Si el fuego aquí, me lo traerías
Shubidubadibu

A tu salud
Oh, dímelo a mi
Si el fuego aquí
Me lo traerías tú

Oh, dubidú
Quiero ser como tú
Quiero andar como tú
Dar como tú dubidubadubadu

A tu salud
Oh, dímelo a mi
Si el fuego aquí
Me lo traerías tú

Oh, dubidu
Dímelo a mi
Si el fuego aquí, me lo traerías
Shubidubadibu

A tu salud
Oh, dímelo a mi
Si el fuego aquí
Me lo traerías tú

viernes, 20 de agosto de 2010

El regalo de nuestra amistad

Tengo un enorme problema. No me he quedado sin trabajo, reboso de salud y no hay nada que me aterre. Es algo que me frustra y me hace enfadar. Estoy en blanco sí, las palabras me han abandonado. No sé ni cómo empezar esta carta con tal de satisfaceros a todos con mi gratitud. El problema es que no sé cómo hacerlo de forma que os llegue y creáis en la sinceridad de lo que trato de escribiros.

No sé ni cómo empezar y, sin darme cuenta, ya estoy empezando. Supe desde el principio que unas “GRACIAS” no bastarían para todo el trabajo que habéis realizado por mí. Ni tampoco con un “os quiero”. Creo que eso es muy común y muy superficial, así que a través de metáforas y sentimientos trataré de llegar hasta lo más profundo de vuestras almas.

He sido una estúpida. Pero hoy no voy a criticarme, sino a alegrarme de lo que me habéis hecho cambiar. Desde muy pequeñita, aprendí por mi cuenta a crear mi propio mundo inocente y frágil lleno de mis ideas y pensamientos. Crecí en aquella burbuja, intacta y solitaria en la que me creía acompañada. Poco a poco, a medida que iba abriendo puertas de la propia realidad, varias personas quisieron abrir “la puerta” de mi mundo, pero nunca lo llegaron a hacer. Siempre se quedaban a medio camino, o bien no tenían la piedad suficiente como para seguirme, o quizás lo que no tenían era paciencia. Y así, año a año, las paredes que envolvían mi globo, se hicieron más y más gruesas. Hasta que un día, me di cuenta de que realmente estaba aislada y sola. Fui consciente de que nadie se atrevía a vivir aventuras conmigo, a llevarme la contraria y a tenderme la mano cuando no pudiera escapar de la temida realidad.

Fue una temporada muy poco agradable. Me encerraba y me desquiciaba por encontrar la normalidad que le faltaba a mi vida. Muchas veces cerraba los ojos para no ver nada. No quería verlo. Todo me agobiaba. ¿Qué hago ahora?-me repetía constantemente. Y fue un día de esos, en los que no esperas ningún regalo de la vida, en el que ésta me hizo uno muy especial y mágico. Llamaron a mi puerta y los vi: eran algunos de aquellos amigos que se quedaron a mitad del camino. Ellos no habían abandonado, sólo habían tomado un ligero descanso para recobrar energías y llegar aquí con la voluntad y fuerza suficiente para sacarme de mi tenebrosa prisión.

Y esos amigos sois vosotros. Con vuestra perseverancia y atención habéis conseguido que abra los ojos y no me deje manipular por el miedo a la realidad. Todos vosotros habéis estado ahí siempre, siempre, pero yo no os podía ver porque las paredes que me rodeaban eran demasiado gruesas para veros y oír todo aquello que no escuché cuando más falta me hacía. Y ahora también. Me hacéis falta, siempre ha sido así. Vuestras críticas, vuestras indignación, algunas de vuestras inquietudes y resignaciones, vuestros enfados, me ha impulsado a cerrar mi propia puerta con llave. Pero a pesar de eso, nunca, nunca, me habéis negado un abrazo, un beso o una simple sonrisa. Porque gracias a este regalo, los brotes de rencor que inundaban mi corazón, se han resumido a cenizas del pasado.

Y es que, este verano será inolvidable y me ha hecho crecer, lo siento. Por un lado están aquellos días en los que cerraba los ojos y me dejaba abandonada y desconsolada en mi propia realidad creada por ideas macabras e insensateces y, por otro lado, están éstos días en los que me siento arropada y protegida en la realidad que me toca, en la nuestra.

Como sé que los te quiero y los gracias ya me resultan, gracias a Dios, cotidianos, me he atrevido a escribiros esto. Puede que os resulte un poco absurdo, pero espero que entendáis esto que os he escrito, que os llegue hondo y lo entendáis; que es para TODOS los que me han apoyado. Y para los que no me entiendan, chicas: ¡ESTOY ORGULLOSA DE VOSOTRAS!


PD: ESTE AÑO SÍ, SÉ QUE LO CONSEGUIREMOS. Para vosotras será una experiencia nueva y sonriente y para mí será todo un triunfo.

PD2: Para esos días en los que me vuelva a encerrar en mis fantasías, releed esto y estoy segura de que os recobrará las energías que faltan para esperar a que pronto os abra la puerta.

PD3: Y ahora sí, GRACIAS por este regalo: el de nuestra amistad.

sábado, 14 de agosto de 2010

Distrito vacacional

Hoy, que mis propias palabras me han abandonado dejándome vacía e insípida, pretendo escribir algo sabroso sin apenas base.

Para días así, siempre acudo a mi distrito vacacional preferido. Da igual que sea invierno, verano, primavera u otoño, permanece eternamente abierto. Y en todas las ocasiones que voy de visita, en absolutamente todas, sin excepción, vuelvo muy, pero que muy, satisfecha y plena.

Por la razón que yo personalmente he citado anteriormente, porque hoy las letras e ideas han volando de mi mente, os voy a recomendar el lugar de mis vacaciones para que a vosotros no os pase lo mismo que a mí me está ocurriendo.
Para empezar es un sitio recóndito, sin embargo, podéis llegar a él desde cualquier lugar del planeta. En cuanto llegas, el recibimiento es al principio, todo hay que decirlo, un poco turbador, pero se respira un entusiasmo que anima a quedarte, a mí siempre me ocurre. Ya una vez instalado en el recinto, todo es goce. No sé como preparan al servicio, que siempre están acondicionados para darte todo lo que te haga disfrutar sin que tus peticiones sean escupidas por tu boca. Es increíble, yo siempre trato de indagar cuál es su secreto ya que el planing del día está personificado según el cliente. Y no hablemos de las instalaciones, ¡son inimaginables! Si a ti te gustaría que las vistas de tu habitación dieran a un tenebroso y macabro bosque, pues solo lo tienes que pedir. Pistas de tenis, piscina, playa, spa, bufete libre, discoteca, heladería, cine, tiendas, estadios… También tu cantante o actor favorito puede interpretar lo que tú elijas sólo para ti. Incluso puede hospedarse contigo si así lo deseas. Como ves, tú eres el que mueve tus vacaciones: cuándo, cómo, cuánto y con quién. No existen las reservas, ni los retrasos en el pedido, ni el estrés, ni el trabajo, ni los problemas. Creo que ya empezáis a entender por qué vengo aquí tan continuamente.
Yo en mi diaria estancia, he visto de todo. Bodas, partos, bautizos, romances, fiestas, dragones que escupen fuego y me acechan, despedidas… ¡y lo que me queda!


Y antes de terminar esta publicidad, voy a deciros algo que os hará arder en deseos de acudir inmediatamente aquí. ¡ES GRATIS! Da igual si eres niño, bebé, adolescente o viejo. Pues venga, correr y venid, pues yo ya estoy cerrando la maleta para partir en el próximo vuelo que la inspiración para escribir ya vendrá.

¿Dirección? ¿E-mail? ¿Teléfono? Lo siento, en este retiro no existen. ¿Que cómo ir? Facilísimo. Yo me tengo que ir ya, así que os confiaré un pequeño secreto;

Cierra los ojos y vuela en el avión más seguro y confortable del mundo: tu imaginación.

viernes, 13 de agosto de 2010

¿Dónde estás, amor?

Te busco en cada esquina y cada vez estoy más desesperada. No duermo por la noche ya que mi anhelo es demasiado grande como para evadirte. Has conseguido que me de por vencida pero, ¿dónde estás, amor? Hay tantos que te han encontrado, sin embargo, yo sigo paseando encogida por los parques fríos congelados por mi soledad. Yo también quiero que en mi corazón florezca un sublime cultivo, que lo consiga avivar. Que no tenga que escuchar una vez más el repiqueteo hueco de sus latidos. Y es que te necesito tanto…
Cierro los ojos con mi cuerpo triste y solo y despierto con un nuevo brote de esperanza marchito. Creo mis propias fantasías en una hoja de papel desafiando a mi suerte. Cuando sueño despierta, sueño con una fogosa pasión creciendo por mi cuerpo como un fuego que trata de poner alerta a todos mis sentidos. No estaría mal que mis cartas y mis baladas tuvieran al fin algún correspondiente que se las merezca y me las devuelva con la misma intención con la que yo lo hice. Planificar mi vida con otra persona simultáneamente. Uff, ojalá no fuera un simple sueño de novela romántica.

Por mucho que me fatigue, mi corazón no se rinde a buscarte. Voy cada día a algún sitio nuevo probando suerte a encontrarte de una vez. Es raro el día que mi cuerpo no reciba alguna falsa alarma. Es una expresión muy fea, pero franca. Se ilusiona pero, finalmente, se da cuenta de que no ha conseguido hacer derretir y fluir la sangre repartiendo fantasías. No me rendiré, lo tengo claro. Buscaré como pueda en todos los sitios, inclusive mi corazón. Repartiré dulzura y belleza en terrones, compartiré mi optimismo y mi sonrisa con quien quiera acompañarme. Y, posiblemente y con suerte, algún día logre que salgas de tu escondite para colarte en mis entrañas y sembrar una nueva primavera.

Pequeña Gran Libertad

Al fin conseguí llegar allí. El Sol dejaba paso a la Luna, coloreándolo todo de un color dorado tostado. El aire acariciaba mi cabello que se revolvía alocado lleno de expectación, deseando volar en el cielo de otoño. Varias hojas muertas de los árboles chocaban débilmente contra mi abrigo para descender al suelo cubierto de ellas. Mi bufanda no se quedó atrás, ya que, delicadamente, se fue deslizando por mi cuello hasta escapar de él y vagabundear entre el bosque. Conseguí atraparla sin esfuerzo y la até a mi mano. La contemplé intentar escapar de ella y sonreí. Abrí mi puño que la apresaba y decidí dejarla libre ¿Qué más daba? Aquí no hace frío. Me despojé de mi abrigo y mi sombrero de lana colgándolos en la rama de un roble. Inspiré aquel aire meloso y cargado y me tumbé en aquella colina. Comencé a divisar las estrellas que daban paso a una larga noche de verano. ¿Extraño no? Transcurrieron las horas y el viento se quedó atrapado entre las copas de los árboles. Me sorprendió la humedad de la hierba y la acaricié con la palma de mi mano. Es fantástico poder disfrutar de las cuatro estaciones al completo. Tomé una margarita y me sumergí en su aroma fresco e inocente. Se respira tanta vida… Entre mis manos, aquella flor se abrió más y más hasta enseñarme lo que realmente escondía dentro. Es tan bello… Un color rojizo tiñó mis mejillas con suavidad.

Todo es perfecto, ¿quién lo diría? A veces me infunden sentimientos de amor, otros de rebeldía, otros de nostalgia… Las olas de sentimientos se van alternando aquí. Cerré los ojos bajo el manto de estrellas que me arropaba y conseguí escuchar los latidos que le daban vida a esa montaña. El motor que hacía que aquello fuera tan sublime. Y supe desde ese momento que nunca abandonaría ese lugar, que contribuiría a hacer florecer aquel lugar cuando llegara el invierno y quedara congelado. Con los ojos cerrados, coloqué la mano en mi pecho. ¿Así que esto es lo que escondes? Y sentí en ese momento que era yo la que indicaba el estado de todo esto.

Porque yo pertenecía a aquella montaña. Porque esa colina es lo que hay dentro de mí. Porque mi corazón es un pequeño prado hermoso y susceptible a lo que siento y digo. Porque aquel lugar tan presente en mí, me otorgaba una diminuta pero plena libertad.