Porque las palabras nos hacen distintos a las demás especies.
Porque las letras forman parte de nuestra esencia.
Nuestra alma se materializa en papel y tinta y nos ayuda a revelar nuestras ideas e inquietudes. A través de ellas decidimos, reímos, enamoramos y lloramos. Por eso, cada símbolo que aparece en un papel nos determina.
¿Acaso existe algún otro pasaporte más utilizado y simple que nos lleve a la libertad de nuestros sentimientos?

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Cobarde

He cruzado desiertos sin conocer el agua
he movido montañas con torrentes de lágrimas
incluso he guardado un corazón quebradizo
por la condena de ser un soñador apasionado.

He conquistado huracanes,
he superado catástrofes
y he luchado contra tiburones.

Aún así mi corazón bombea una sangre cobarde,
una sangre débil y frágil
que envenena de dudas a mi corazón
que, por primera vez, pierde en la batalla del amor.

domingo, 4 de diciembre de 2011

¿Feliz? ¿Yo? ¿Por amar?

En cada momento de mi vida, ésta me enseña cosas realmente sorprendentes y desconocidas para mí. En esta ocasión, por increíble que parezca, me ha enseñado que el amor también puede ser hermoso, además de ser doloroso y desesperado como tantas veces lo he conocido. Me siento tan desconcertada… ¿Feliz? ¿Yo? ¿Por amar? Parece un chiste de mal gusto. Aún así no creía sentirlo tan pronto… Esta vez me ha pillado desprevenida, tanto que tengo miedo de convertir este sentimiento en una nueva ola de sarcasmo.
Sin embargo, esta vez es distinta a las otras, nunca imaginé que sería así. Parece mentira, pero gracias a él no hay día que no salga a la calle con una sonrisa llena de ternura. ¡Por raro que parezca soy feliz con solo su existencia! No me importa que tarde en ser mío, ahora tengo toda la paciencia del mundo, en esta ocasión me parece un regalo poder disfrutar de tan dulce espera. He pasado por tantas aventuras, he recorrido tantos caminos por el sendero del amor, pero este no se parece en nada a los anteriores. Me siento estupenda y los demás lo notan ¡nunca creí que cabría tanta dulzura en mi corazón! Incluso hay una llamarada dentro de mi que me empuja a ser cada día mejor. ¿Cuántas horas habré pasado en el espejo imaginándolo? ¿Cuántas veces me he derretido al ver sus ojos brillar? ¿Y cuántas veces habré salido triunfal tras una sonrisa suya?
Sueño con sus palabras, con su atención y su dulzura. No me pertenecen, pero el simple hecho de percibirlas y saber que están allí, me dan una felicidad que ni el más apasionado beso me ha podido regalar.
Qué rara que soy y cada día más. A diferencia de otras historias, por el momento quiero ir despacio, muy lento porque ahora no le deseo a él, solo deseo conquistar su corazón tan despacio que cuando se dé cuenta ya me tendrá entre sus brazos. Y aún así, me sigue pareciendo extraño, es extraño que sonría embobada mientras escribo y pensar que él es feliz aunque no esté conmigo. Sigo sin comprender qué sucio truco está usando conmigo el destino, pero por ahora, por muy raro que sea, me siento dichosa por padecer tal sentimiento por el que tanto llegué a temer. Por lo que, destino mío, sigue con tu maléfico plan porque esta vez me voy a dejar arrastrar bajo tu hechizo.
¡Y QUE SE ENTERE TODO EL MUNDO!

sábado, 12 de noviembre de 2011

Contradicciones

Tus ojos revelan
la realidad
que tu cuerpo desconoce.

Tu mirada niega
lo que tus sueños anhelan
con una sensata coherencia
que solo tu cabeza aprecia.

Mas, ¿qué es amar con la coherencia?
¿Qué es razonar con el deseo?

viernes, 4 de noviembre de 2011

Eterno desconocido

Aún sin conocer el amor,
Sé que es bueno.

Es bueno porque la gente sonríe
Aunque su vida no conozca la luz.
Suspiran, liberándose con el aire,
De la carga de toda una vida sin comprender.
Los obstáculos se vuelven más pequeños
Y nuestras piernas toman la fuerza necesaria para combatirlos.
Todo se vuelve más fácil, todo se vuelve posible.

Mas, ¿quién soy yo para decir lo que es o no amor?
¿Quién es capaz de definir lo que es amar?
¿Acaso se puede reducir a un puñado de palabras?
¿Realmente se puede someter a las frías leyes del conocimiento?

Después de tantas historias,
De tantos dramas y tragedias,
Seguimos sin conocer al eterno desconocido:
A aquel amigo que nos sorprende por la espalda
Y nos enseña la belleza de lo más sencillo.

domingo, 23 de octubre de 2011

Soy perfectamente imperfecta.


Puede que sea inteligente,
además de ser bella.
Mis ideas son brillantes,
al igual que mi corazón humilde.
Sorprendo por mi eficacia y la gente lo sabe,
todos saben lo muy superior y perfecta que soy
y, aunque no suela decirlo, yo también lo sé.
Dicen que soy fría y reflexiva cuando es necesario,
pero que, a menudo, también soy humana.

Lo tendré todo, sin embargo, el simple e inocente hecho de no tenerte a ti,
me convierte en una persona estúpida, egoísta e increíblemente imperfecta.

viernes, 21 de octubre de 2011

Frío, frío, frío.

Llegó el día en el que el amor consiguió
arrancarme el corazón
de cuajo en mi salón.

Tras llorar y helarme con el frío del desamor,
juré por mi vida que otra vez de amor no sufriría,
así que salí a la calle y me refugié con la esperanza de no volver a enarmorarme.
¿Cuántos valientes se habrán atrevido a desafiar al amor?

Mas, cuando, muerta de frío, por la calle deambulaba,
mi cuerpo reaccionó como si de una estufa se tratara
la mano que me sujetaba.
Y me sobró la razón, el frío y la calle
cuando a mi salón volví y miré la calle:
¿Cuántos valientes habrán desafiado al amor?
¿Y cuántos lo habrían conseguido sin morir de frío?

martes, 30 de agosto de 2011

Tu sonrisa alegra mi corazón

                                    
que llora por no encontrar el amor.

¡Maldito destino!

¡Maldito momento!
Maldita la noche que me sonreíste,
La hora, en la que me miraste
Y, quién sabe, el minuto en el que me enamoraste.

La razón fría de mi realidad reza
Porque el sufrimiento sea leve
Y el castigo del desamor me lleve
A la realidad del verdadero amor,
Y no a la de una profunda pasión.

¡Maldito corazón!
Maldito mi corazón enfermo
Que de amor enfermó,
Mal que solo el tiempo y la razón
Lo podrán librar de cada palpitación.

¡Maldito destino!
Porque el mismo destino se encargó
De unir y separar dos corazones
En el maldito momento en el que me sonreíste.

viernes, 5 de agosto de 2011

Caricias de fuego -2-

-¿Se puede saber qué se nos ha perdido aquí?-murmuró Yolanda por enésima vez en el recibidor. Puse los ojos en blanco con hastío.
-Pues si no quieres venir, no vengas. Yo siempre estoy respetando vuestros hobbies y por una vez que os pido que me acompañéis a algo que realmente me gusta nada más entrar ya os estáis quejando. Así que allí tenéis la puerta-señalé la pesada y alta puerta de roble que daba salida a una de las calles principales del pueblo.
-Bueno, Sandra, tampoco es para que te pongas así. Eres nuestra amiga así que tendremos que “soportar” tus aficiones-hice un mohín ante el comentario de Yolanda a la vez que Pilar me pasaba la mano por la espalda. Suspiré resignada: no tenían remedio.
A pesar de convivir intranquila con los bostezos de mis mejores amigas, pude echar un vistazo rápido a los pocos cuadros que estaban expuestos en la galería. Un tomate partido por la mitad, un perro durmiendo junto su camada y un par de gallinas picoteando en el suelo. Esos y otros pocos más eran los bocetos a los que los aldeanos habían dedicado varios meses del año. Mientras estaba realizando mis propias apuestas para el primer premio (el dibujo del tomate me había dejado totalmente impresionada), Pilar bostezó aún más fuerte que Yolanda apoyando la cabeza en su hombro.
-¿Y dónde está el arte?-refunfuñó Yolanda estudiando los cuadros. Inspiré hondo para calmarme.
-Muchas personas han dedicado mucho de su tiempo a este proyecto, así que ten un poco de respeto por ellos, solo te pido eso.
-Vale, vale. Perdona que no sea tan profunda y sentimental como tú-noté en su comentario varios acentos de burla. Di un resoplido y di media vuelta para ver más cuadros.
-Chicas, tranquilizaos. Siempre os estáis peleando por cualquier chorrada. Sandra, tú tienes que comprender que hay cosas que a nosotras no nos llaman tanto la atención como a ti y tú, Yolanda, podrías dejar de comportarte como una niña pequeña-Pilar siempre trataba de reconciliarnos y, como de costumbre, volvió a conseguirlo.
-Quizás no sea tan malo-concluyó Yolanda con la cabeza bien alta y nos adelantó con firmeza hasta que se detuvo en seco y volvió la mirada hacia nosotras-.Puede que hasta me guste-nos guiñó el ojo como siempre hacía cuando se le ocurría alguna travesura.
Con el entrecejo fruncido seguí su mirada asustada con lo que me podría sorprender ahora. Mi expresión se relajó al verlo. Un chico extremadamente atractivo se mostraba de brazos cruzados y aspecto serio ante un cuadro que aún no habíamos contemplado. Cuando me acordé de parpadear, pude fijarme en el embobamiento de mis amigas.
-¡Pero quién es ese tío!-susurró todavía sin apartar la mirada.
-Lo que es seguro es que no es de aquí, porque de ser así ya lo conoceríamos. Ese hombre no pasa desapercibido-repuso Pilar pensativa.
-Pues digo yo que habrá que conocerlo, ¿no?
Yolanda se adelantó hacia él con seguridad a la vez que Pilar y yo comentábamos la brillante opción de salir corriendo. Esta idea se nos hizo más tentadora cuando ella a su lado comenzó a llamarnos a la vez que se acercaban hacia nosotras. Una vez que estuvo a nuestra altura, pude contemplar el brillo de sus ojos miel.
-Sandra, te está mirando-murmuró a la altura de mi oído Pilar a la vez que me daba un codazo en las costillas. Reaccioné a tiempo.
-Ho-la, nosotras somos Sandra y Pilar.
Sonrió ante mi inoportuna tartamudez.
-Yo soy Miguel-tras darnos dos besos en la mejilla, comentó:-Me sorprende que unas chicas tan jóvenes como vosotras se interese en el arte.
-Bueno, a mi, especialmente, me ha apasionado el arte desde siempre. Ellas solo han venido a acompañarme-la mirada de odio de Pilar y yo fue suficiente para que cerrara su bocaza. Miguel levantó sus cejas rubias incrédulo ante nuestra reacción, algo que hizo que me pareciera más atractivo aún.
-Mmm… Pues yo pensaba lo contrario. He visto antes como… Sandra, ¿no?-me señaló con su largo índice-era la única que “de verdad” miraba la exposición.
-Bueno, es que yo ya estoy acostumbrada a infinitas exposiciones de mayor prestigio, así que de aquí no puedo aprender nada nuevo que yo ya conozca bien-en ese momento el único sentimiento que me invadió fue el de vergüenza ajena. Bajé la cabeza a la vez que colocaba mi mano con suavidad en mi frente.
-Es extraño, pero nunca he oído de los labios de un aficionado tal calamidad. Nunca dejamos de aprender las diferentes perspectivas que nos pueden mostrar los sentimientos impresos en un papel de una forma u otra-si ya no me había dejado asombrada, con ese comentario me hizo tocar las nubes ya que ¿cómo era posible encontrar a un hombre así en una galería de un pueblo tan desconocido?
El silencio de Yolanda confirmó la victoria de Miguel.
-Entonces, ¿estaríais dispuestas a acompañarme por la galería y enseñarme los rincones más recónditos del pueblo?-su sonrisa brillo como el mismo sol y me aportó una felicidad tan divina que la suerte llamó a mi puerta y dijo: “hoy es un gran día”.

Y así lo fue. Ese día y el resto de la semana resultaron ser la semana más mágica y maravillosa de todo el verano. Así fue como me enamoré de Miguel, un pintor novel, que había ido a la galería para presentar sus cuadros, bocetos que a mí me enseñaron un mundo nuevo y lleno de pasión. Aunque descubrí que la diferencia de edad era mayor de lo que pensaba, ya que él tenía 33 años y yo 18, eso no fue un impedimento para que cada día estuviéramos más unidos aún que el día anterior. Teníamos tantas cosas en común que no me podía creer que fuera verdad que existía el hombre perfecto para mí. Cuando al fin tuvimos que separarnos, no imaginé que lo iba a echar tanto de menos durante un año. Aunque lo conociera durante una simple y sencilla semana, fue una atracción tan profunda y magnética que me dejo herida durante todo el curso, con la débil esperanza de verlo nuevamente al año siguiente para no dejarlo escapar nunca más.

Y ahora, aquí sentada esperando a que Yolanda salga del quirófano (se ha partido el peroné de la pierna izquierda y se le ha torcido la muñeca), me dan ganas de echarme a llorar al pensar en lo estúpida que he sido al despedirme de Miguel a las puertas del hospital sin pedirle una cita formal, sin asegurarme que lo volveré a ver. Pilar, a mi lado, aturdida por pasar toda la noche en vela, sigue sin dar crédito a mi historia, y aunque se ha alegrado de mi felicidad, yo sé que a ella no le gusta que sea Miguel ese chico que me tiene encantada. Ella piensa que se trata de un mujeriego que solo quiere aprovecharse de mí. Ojalá algún día pueda hacerle cambiar de opinión.
Pilar se levantó y comenzó a deambular de un lado para otro del pasillo sin perder de vista su reloj de mano. Llevaban ya dos horas en el quirófano y no había salido nadie desde entonces, la impaciencia y el cansancio hacía estragos en todos, aunque se tratara de una simple operación por la dislocación de la rodilla.
De repente, Pilar se detuvo ante una ventana que daba a los aparcamientos y con una voz ronca murmuró:
-Sandra, te esperan ahí abajo-seguidamente se apartó de la ventana para que yo pudiera cerciorarme de quién se trataba. Ver su melena dorada por el sol mientras se fumaba un pitillo junto a su coche, fue suficiente para que el dolor de mi pecho remitiera aliviado.

domingo, 31 de julio de 2011

Libro para el mes de julio

Esta vez hablaré de uno de los grandes poetas del romanticismo español. Se trata de Gustavo Adolfo Bécquer (Bécquer), un poeta célebre cuya poesía no se puede subestimar. Lo más conocido de él son sus leyendas, muy sensoriales y exquisitas, pero sus rimas no se quedan muy atrás. Creo que no merece la pena explicar lo que se siente leyendo su literatura, solo os recomiendo que leáis la poesía si os consideráis románticos y os gusta  la poesía sentimental.
Os dejo aquí algunos de sus más famosos versos:

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul;
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.


¡Los suspiros son aire y van al aire!
¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer: cuando el amor se olvida,
¿sabes tú a dónde va?

De lo poco de vida que me resta
diera con gusto los mejores años,
por saber lo que a otros
de mí has hablado.
Y esta vida mortal y de la eterna
lo que me toque, si me toca algo,
por saber lo que a solas
de mí has pensado.
Debo deciros que el segundo capítulo de "Caricias de fuego" que debería haberse publicado este viernes, se aplaza al siguiente viernes debido a una semana intensa en la que no he tenido tiempo de escribir apenas nada. Lo siento y gracias de antemano por leer mi blog.

PD: Ahora también podréis encontrar a "Pequeña Gran Libertad" vía tuenti.

viernes, 22 de julio de 2011

Caricias de fuego -1-

Le busqué con desesperación en la plaza del pueblo. Traté de agudizar mi vista lo máximo posible para distinguirle entre la multitud. No quería hacerme la idea de que era cierto que no había venido. No podía asimilar que me dejara sola una noche más y que tuviera que recurrir, como de costumbre, a utilizar mi ingenio para construir mi propio mundo ajeno a la realidad. Había soñado tantas veces con este momento que me frustraba mucho ver cómo se me esfumaba entre los dedos de mis manos como el humo del tabaco: vicioso, necesario e hiriente.
Mantenía una sonrisa contenida esperando a que él se cruzara por mi vida de nuevo y enseñarle la mejor de todas. Y así me entremezclaba con la multitud, arriesgando mi último pedazo de esperanza. Conseguí escapar del bullicio, que al contrario que yo, festejaba las fiestas de su pueblo. Como última posibilidad, decidí dar un paseo por los alrededores soñando con encontrarle y regalarle todo mi amor retenido durante esos doce meses.

Cuando estaba dándole la vuelta a una calle  detrás del parque, presentí que un coche me perseguía. Y no me equivoqué. Entonces, me di cuenta de que llevaba haciéndolo desde hacía unos cuantos minutos. Dudé entre continuar andando o volverme al conductor. Opté finalmente por continuar con mi paseo disimulando un poco de miedo. Creo que lo mejor será que vuelva con los demás, me planteé, y comencé a dirigirme nuevamente al punto de partida. Y, de repente, cuando todo lo tenía bajo control, la bocina del coche que aún me seguía, resonó con su pitido ensordecedor y me sobresaltó sin que pudiera evitar dar un ligero salto en la acera. Resignada ya, siendo consciente de que iba dirigida a mí su atención, me enfrenté al conductor pervertido de mala gana.
Los faros del coche me dejaron alumbrada y cerré los ojos como un vampiro. Escuché el rugido del motor frenando a mi altura. Ya que no me daba la luz de frente, abrí los ojos y me asomé a la ventanilla del conductor indignada y cansada.
-Sube, por favor-me suplicó una voz agradable y seductora. Me incliné hacia el coche para conocer la identidad de quien estuviera al volante. Quien fuera, debía conocerme.

No puede ser, pensé con el corazón en un puño cuando lo vi. Era él, ¡era él! Tragué saliva poniéndome en situación a la vez que mi cuerpo temblaba de expectación. Exhalé como si mi alma tratara de liberarse junto a mi respiración. Como supuse, mi rostro no tardó en arder como la madera seca en una hoguera. Nuestras miradas se encontraron. Mis ojos estaban iluminados de forma fantasmal por las luces de los faros y su mirada brillaba de deseo. Deseaba abrazarme, hablarme, besarme y arroparme con sus confesiones de amor. Lo que me preguntaba era: ¿lo desearía tanto como yo?
Mis labios se entreabrieron a la vez que mi cuerpo permanecía contraído. Mis mejillas parecían sangre y mi apariencia era inocencia pura. Nos quedamos así, contemplándonos, observándonos como si los días hubieran pasado como siglos y, sin embargo, nuestro amor no hubiera envejecido. El claxon de otro coche que nos aguardaba con impaciencia más atrás, me hizo ser consciente de que no era un sueño. Esta vez no. Él me invitó con su expresión a que me sentara de una vez por todas en su automóvil e, indecisa, preguntándome qué sería lo correcto, di media vuelta al vehículo y me senté a su lado, en el asiento del copiloto.
Me abroché el cinturón de seguridad mientras no dejaba de estudiarle en silencio. Su rostro perdió un poco de dulzura y se volvió más serio y… sensual. Finalmente desvié mi mirada hacia mi ventanilla y el coche comenzó a desplazarse.
Él mantenía su mirada puesta en  la carretera, tratando de ignorarme. Por el rabillo del ojo, observé cómo los fuertes músculos de sus brazos estaban en tensión, ¿estaría tan nervioso como yo? Me hacía feliz pensar que fuera así.
Tras unos cinco minutos, el motor del coche se detuvo al fondo de un callejón cercano al parque del pueblo pero escondido y oscuro. El silencio me inquietaba y sentía cómo me desesperaba por momentos. Mi garganta seguía seca y era incapaz de proferir algún sonido. En casos así, detestaba el silencio: sólo conseguía dificultar aún más la situación. Decidida, carraspeé con fuerza para que además de diluir el nudo de mi garganta, llamara su atención. Se volvió con expresión arrepentida, como si él tuviera la culpa de todo, hasta de que mi corazón ardiera cada vez que mis ojos lo veían.
-Y bueno, ¿qué hay de ti? ¿Cómo estás?-sonreí lo más que pude quizás demasiado exagerada. Cualquier cosa con darle fin a este calvario…
En ese momento, volvió la mirada al frente a la vez que aferraba con fuerza el volante, tratando de hacerlo pedazos. Me pregunté si habría hecho algo mal. Apretó los dientes con la mirada perdida en el muro de piedra de enfrente.
-¿Cómo me puedes preguntar eso después de tanto tiempo? Deja de decir tonterías. Los dos sabemos lo que está pasando-exhaló profundamente quitándose una carga de encima que llevaría soportando desde hace tiempo. Mi gesto simpático y dulce se borró un poco al comprender que el juego había terminado. Había llegado la hora de sincerarse.
-¿Te refieres a…?
-¿Cómo crees sino que he ido como un loco a buscarte? ¿Por qué te he subido a mi coche entonces? Esto se me está yendo de las manos-escondió la cabeza entre las manos, desesperado. Me sentí mal y pasé mi mano con suavidad por su espalda a través de su camisa azul oscuro.
-Yo también te estaba buscando-traté de consolarlo sintiéndome ridícula. Entonces, él alzó la cabeza y observó mi nuevo vestido blanco y corto. Simultáneamente, dejamos escapar un suspiro.
-Por qué me haces esto…-murmuró para sí con agonía. Como si llorara en silencio.
-¿He hecho qué? ¿Desearte? ¿Quererte? Eso todavía no es un delito-acerqué mi rostro al suyo tratando de regular mi respiración. Tenía ganas de jadear, de llorar, de decirle todo lo que sentía en aquel momento.
-He hecho todo lo imaginable para olvidarte. Pero no, persistes en mi mente. Esto es un infierno, perdóname pero…-coloqué mi índice entre sus labios carnosos y desesperados.
-¿Pero qué? Yo no tengo nada que perdonar. Nadie tiene que perdonar nada. Ha pasado y debemos de disfrutarlo, ¿no te parece maravilloso?-retiré mi índice y le deje contestar. Tomó aire.-Espera, si me vas a decir algo, dímelo con el corazón, por favor.
-Sólo digo que estamos locos. Lo siento, pero creo que si dejamos de llamarnos y de buscarnos, conseguiremos algún día olvidar todo esto y convertirlo en un bello recuerdo-sus hombros se relajaron y clavó la mirada en la palanca del cambio de marchas.
-No me puedo creer lo que estás diciendo. ¿Eso es lo que quieres? ¿Huir? De acuerdo, aunque me duela y deseé morirme, haré todo lo posible por no aparecer y estorbar en tu vida. Así que adiós-hice ademán de salir del coche, incluso abrí la puerta, sin embargo, él me agarró del brazo y me forzó a volver la mirada.
Las lágrimas no dejaban de recorrer el contorno de mis mejillas. Quería detenerlas, pero no podía. Me dolía tanto el corazón que pensé que me iba a desmayar allí mismo. Así él comprobaría mi sufrimiento. Pero no me comprendía. Con su otra mano, acarició mis mejillas secándome las lágrimas a la vez que yo trataba de resistirme en vano.
-¡Suéltame! ¡Olvídame si eso es lo que quieres! ¡Sólo te diré una cosa: te quiero desde el primer día, y ni siquiera he intentado olvidarte por no marchitar aquel recuerdo tan bello que me regalaste! ¡Así que no estropees las cosas!-grité tanto como me permitía mi garganta entre sollozos. Tendría que estar patética con el maquillaje corrido por la cara, pero me daba igual, todo había acabado.
Su semblante se volvió serio y su respiración se hizo más profunda. Y, de repente, como el sueño que siempre había tenido desde que lo conocí, presionó con fuerza sus labios contra los míos. Me agarró la cabeza y me contuvo así, sintiendo el tacto de sus suaves labios. Sintiendo que el mundo se caía bajo mis pies y yo seguía a salvo, saboreando su amor. Después de un momento, cuando la tensión  que reinaba se deshizo, dejé entreabrir mis labios, invitándolo a seguir con nuestra peculiar aventura, a seguir con nuestra historia de amor. La fricción de nuestras lenguas me advirtió de que conocerlo era lo mejor que me había pasado en la vida, de que merecía la pena cada lágrima que derramara por él y cada sonrisa que esbozara. Todo valdría la pena si lo hacíamos juntos.
Después de esos sagrados e inolvidables minutos, separamos nuestros labios con suavidad dejando que nuestros alientos satisfechos se entremezclaran mutuamente. Nos quedamos exhaustos y mudos al probar aquella fuente de magia y placer inagotable.
Él con la mirada perdida recordando el pasado, deslizó su pulgar por mi mejilla a la vez que yo le agarré su mano. Mis labios temblaron de culpabilidad.
-Lo siento tanto… no te enfades.
Sonrió débilmente y besó mis manos con fuerza.
-¿Por qué iba a hacerlo, amor?
Y varias lágrimas se escaparon de mi mirada, directas a estamparse contra mi vestido. Le apreté las manos con fuerza y supe en ese momento que tanto él como yo estábamos empapados de sudor y con el corazón en la garganta.
-No te vayas…-supliqué y rompí a llorar llevándome las manos a la cabeza con desesperación. Él me estudió sin apenas inmutarse, pero pronto sentí sus manos en mi cintura atrayéndome hacia su pecho. Me acomodé en su regazo y rodeé mis brazos alrededor de su cuello.
-No puedo irme, ya no.
Con su índice presionando mis labios, me hizo elevar la cabeza sin prever su inesperado beso. Cerré los ojos enterrados en lágrimas y me dejé llevar por su locura.

Todavía no me lo podía creer. ¿Seguro que no se trataba de un fantástico y maravilloso sueño? ¿Un sueño tan alucinante y mágico que sería una contradicción en toda regla que fuera real? Fuera lo que fuera, él estaba conmigo y ese simple hecho convertía esto en el más perfecto de todos los sueños. Cada caricia suya me subía en un pedestal y cada beso suyo me hacía sentir la ganadora de un poco de su amor. ¿Quién era yo para amarle? ¿Quién era él para amarme a mí? Eso no importaba en ese momento. Éramos dos humanos que habían encontrado cada uno en el otro ese bocado de vida que le faltaba para destruir completamente el sentido de la suya. ¿Qué importaba ya lo demás? Con él me olvidaba de mi nombre, de mi identidad, de mis defectos, de mi pasado e incluso de mi futuro. Él y yo formábamos ese presente eterno que tanto añoraba cuando sólo podía verle en sueños.

Sin dejar de besarle, no podía dejar de pensar en la felicidad que invadía cada poro de mi piel. ¡Ay, Dios mío, si se trata de un sueño, déjame disfrutarlo un poco más! Estaba tan borracha de mi dicha que cuando me di cuenta de aquello, estábamos tumbados en los asientos traseros del coche, él llevaba su camisa abierta y no dejaba de besarme el cuello a la vez que su mano ascendía por mis piernas subiendo mi corto vestido.
-Miguel…-murmuré con incomodidad.
-Princesa, estás temblando. Tranquilízate-me besó las manos y se me quedó mirando con esos cabellos rubios revueltos suyos.
-Es que… aquí… en el coche…-traté de respirar hondo tratando de calmarme y me incorporé en el asiento. Él suspiró y me miró escéptico.
-¿Eres virgen?-murmuró con desaprobación al instante. Traté de replicar e inventar cualquier buena excusa, pero estaba tan bloqueada que mi silenció le sirvió a él como respuesta. Bajé la ventanilla del coche y observando el negro exterior, repuse:
-¿Tan raro es encontrar a una chica de diecinueve años virgen?
-No es eso, cariño. Es que me sorprende que una chica tan guapa e inteligente, vamos tan fuera de lo normal, no tenga esa experiencia-al principio pensé que su intención era burlarse, pero su voz sonaba sincera. Me volví hacia él y le cogí la mano con fuerza, acercándola a mi corazón.
-Si quieres podemos intentarlo… yo contigo me siento segura y también…
-No. Lo último que quiero es que te sientas obligada. Perdóname, de verdad, lo que temo es que pierdas confianza en mí. Perdóname por presionarte, no era mi intención, te lo juro-sus ojos brillaban como las estrellas en esa noche de verano, y totalmente emocionado, me abrazó con fuerza.- Mmm… melocotón. Qué recuerdos. Nunca creí que volvería a oler tu pelo de nuevo. No has cambiado de champú y eso me alegra.
No pude evitar sonreír y devolverle su abrazo con mayor fuerza incluso. Era imposible en ese momento amarle más de lo que ya le amaba. Me sonrojé cuando, en su cuello, volví también al pasado al sumergirme en aquella colonia cuyo frescor me había transportado al más magnífico de los recuerdos.

Con la excusa de la colonia, retomamos una conversación que comenzó allí hace un año. Hablamos de esa semana tan mágica y fugaz en la que nos conocimos. Aquel tinto de verano que me invitó por apoyarle con sus cuadros.  Y de la comodidad que sentía al verme escondida en la galería para no ser descubierta por él. Miguel me habló de todos los museos que había visitado y los premios que había conseguido. Yo me limitaba a escuchar con la boca abierta cada una de sus pequeñas aventuras. Su vida comparada a la mía era toda una montaña rusa, mientras que lo más emocionante que me había ocurrido durante todo el año fue que al final mis padres habían accedido a comprarme un viejo coche de segunda mano.

-¿Y a qué se debe tu visita al pueblo? Me han dicho que este año no hay ninguna exposición… Era por ello que temía que no te volviera a ver-bajé la mirada al reconocer lo mucho que necesitaba verle.
-¿Es que acaso debe haber alguna exposición para ver a la chica que me ha robado el corazón?-preguntó con tono jocoso.
-Como eres un hombre tan ocupado, me extraña que te molestes en perder el tiempo para ver a tal chica-miré hacia el techo del coche a la vez que me rizaba con el dedo un mechón de pelo.
-No me puedo creer que digas eso. Si he venido no es para perder el tiempo. He pensado en descansar una temporada después de un invierno intenso, así que prefiero estar aquí antes que tirado en el sofá comprobando la monotonía de la ciudad.
-¿En serio?-pregunté incrédula. Su afirmación mereció un inesperado beso por parte mía.

Nos propusimos seguir contándonos anécdotas e historias nuestras cuando mi teléfono canturreó con fuerza. Se trataba de un SMS de Pilar, una de mis dos mejores amigas:
“Sandra, vente corriendo para el hospital. Yolanda ha tenido un accidente con la moto y estamos aquí todos en la sala de espera. No tardes, por favor.”

lunes, 18 de julio de 2011

22 de julio del 2011: Apuntad este día. Este viernes se estrenará el primer capítulo de la novela "Caricias de fuego", una novela que ya os sonará debido a los fragmentos que han ido apareciendo en este blog. "Caricias de fuego" es una novela sencilla que comencé a escribir el verano pasado y trata de un amor fresco que busca la madurez de una relación adulta. Trata de amor, amistad, pasión y engaños. Tiene buen ritmo y es un buen pasatiempo para contrarrestar las largas tardes de verano. Es corta así que, por lo pronto, cada viernes se expondrá en primicia un capítulo nuevo en el blog. Lo demás lo dejo oculto para que así visitéis mi blog con mayor interés.

¡HASTA EL VIERNES!

viernes, 15 de julio de 2011

Hacia el manantial del olvido

Guardo en un rincón de mi memoria
aquella esperanza que mi paciencia adora
por conquistar los corazones que admiré
en un vaivén de verdades por las que tantas veces luché.


Pero la esperanza muere en un cajón olvidado
al igual que mi recuerdo fallece
en los corazones de los que me han mirado.


Sueño fugaz, es hora de que te marches
en un largo viaje hacia el manantial del olvido
en el que el tiempo cicatrizará la pasión de este cuento
marcando, cómo no, la espina del remordimiento.


Esperanza muerta, corazón herido
que sangra por la condena
de haber soñado sin querer
en la compasión del amigo.



lunes, 11 de julio de 2011

¡GRACIAS LITERATURA!

Sonrío en cuanto vivo
y vivo en cuanto sueño
en un mundo paralelo,
fugaz e instantáneo
en el que tú estás
pero los demás se van
dejando una estela de tranquilidad.


Vivo, vivo soñando
con deseos que revolotean
en busca de libertad.


Deseos que crecen y me hacen creer
en un mundo de esclavos,
esclavos del amor y la compasión,
que arrancan con fuerza las espinas del rencor
sembrando,unidos, los frutos del amor.


Si tu nombre lo sigo en sueños,
él me llevará hasta la realidad de mis pensamientos
buscando entre la vida y el sueño un lugar común
en el que sonreír sin aturdimiento.


Admirando la gracia de tu magia,
mi corazón no olvida la belleza de tus sueños,
sueños que se entremezclan con los míos
y me dejan volar bajo papel y lápiz
hacia aquel mundo que solo tu magia puede alcanzar.

jueves, 30 de junio de 2011

Libro para el mes de junio 2

Con retraso, eso sí, pero con la cercanía de julio sobre la nuca, os presento el segundo libro de este mes que se acaba. Si lo recordáis prometí dos libros para este mes ya que en mayo no pude presentaros libro alguno.
Hace mucho tiempo, un par de años para ser exactos, leí un libro de origen español, (ya sabéis que en literatura España no se queda muy atrás) bajo el nombre de "La catedral del mar" del autor Idelfonso Falcones, también conocido por su última obra "La mano de Fátima" el cual no he leído.
Sinceramente, la historia no es un tema que apasione, aunque bien es cierto que presto mucho interés y curiosidad en él. Siempre es interesante descubrir el por qué del presente, profundizar en nuestros ancestros y descubrir su pensamiento y así comprender un poco más el presente. A mí me despierta más interés sobretodo la Edad Media, una época que para mí está llena de magia e historias cargadas de sentimientos. Cuando por entonces, el concepto consumismo o capitalismo no existía en todo su significado.
Gracias a este libro despertó aún más mi interés por lo medieval y arcaico, una novela que explica muy bien la situación política, económica y social del siglo XIV en Barcelona, una ciudad que ha influido mucho en la historia de España.


Aquí os expongo el argumento:
"Siglo XIVBarcelona. Bajo la Corona de Aragón, la ciudad condal se encuentra en su momento de mayor prosperidad y los habitantes del humilde barrio de pescadores de la Ribera deciden construir, con el dinero de unos y esfuerzos de otros, el mayor templo marino jamás conocido: Santa María de la Mar.

Mientras se construye el edificio, Arnau Estanyol va creciendo y descubriendo Barcelona. El hijo de Bernat, un siervo de la tierra que huyó en su día de los abusos de un señor feudal con su hijo de meses, trabajará como palafrenero, estibador, soldador y cambista mientras vive una vida extenuante siempre al amparo de sucatedral. Su vida, con una historia de amor complicada, pasará de la pobreza del fugitivo a la riqueza del noble, no sin provocar la envidia de sus enemigos que trazarán una conjura para llevarla hasta la Inquisición."

No se trata de un libro pesado, al contrario, es muy ameno ya que nos explica la construcción de la catedral, que será el tema central sobre el cual girará el trama del libro, a través de las vivencias de Arnau, el protagonista que sobrevive a amores, muertes, tragedias y un juicio final del que saldrá triunfando.
En definitiva, una novela que no tiene desperdicio.
PD: Aunque no venga el caso, deseo añadir que el comienzo de julio traerá numerosas novedades que os informaré a lo largo del mes. Ante el cambio estético del blog, os anuncio un nuevo ritmo del blog que lo hará ser mucho más dinámico y no tan abandonado como antes. Y, cómo no, os doy las gracias a mis seguidores, gracias por seguirme y apoyar mis escritos. Gracias y un beso.
Marta.

martes, 28 de junio de 2011

La sonrisa más bonita del mundo

Se sucedieron incómodos y prolongados silencios en los que acariciaba su mano suave y pellejuda haciendo pequeños círculos. No dejaba de ojear el reloj viendo cómo se pasaba el tiempo sintiéndome cada vez más inútil.

-Abuela, ahora es cuando tienes que sacar fuerzas y salir adelante. No estás sola, nosotros te queremos y estamos aquí para lo que haga falta.
-Pero si no las tengo, no las encuentro por ningún lado.

Otro silencio igual que el anterior. Qué iba a decir yo ante eso. Ella contaba con años de experiencia mientras que yo ni siquiera había empezado a andar por el camino que nos prepara la vida.

-Hija, la vida es muy injusta. Es muy difícil y muy dolorosa.

Volvió a coger su pañuelo y, temblando como estaba, se secó las lágrimas. Tan inútil como me sentía, en esos momentos solo se me ocurría besar sus manos chiquitas y desgastadas por el trabajo de toda una vida.

-Aunque sigas sintiendo ese dolor, poco a poco todo volverá a su cauce, poco a poco empezarás a entretenerte con tus plantitas.
-A mí este dolor no se me va a ir mientras viva. Me acuerdo todo el día de él. Cierro los ojos y lo veo bajando las escaleras, sentándose con el perro, viendo la televisión, con el coche… Desde que nos casamos nunca nos hemos separado, nunca, y ahora que se ha ido, este dolor no se me va a ir.
-Abuela, mira el lado positivo, siempre ha tenido problemas con el corazón, y podía haberse ido hace mucho tiempo. Y además, acuérdate de todos los buenos momentos que habéis pasado juntos.

Inspiró hondo, y algo más relajada y cálida me habló con dulzura.

-Es que con él todo han sido buenos momentos. Jamás me ha puesto una mano encima y hemos estado uno con el otro siempre. ¿Sabes? Cuando me casé con él, ese día nací. Empecé a vivir de verdad.

Y, dejando a un lado el dolor, comenzó a contarme su juventud, cómo juntos salieron de la pobreza y crearon la enorme familia Castillo, una familia enorme y sana, una familia de la que ya cuentan con bisnietos, uno de los cuales soy yo, su bisnieta mayor. Sin embargo siempre hemos tenido una relación más cercana, de abuelos a nieta, una relación que debido a eso siempre se ha mantenido unida.

Poco a poco los silencios no resultaron tan incómodos, sino necesarios. Y aunque la conversación no fuera tan vivaz como tiempos atrás, sabía que no podía pedir más. Poco a poco desvié ese tema tan doloroso a otros más superficiales y rutinarios, desde el canario que le regalé a mi madre por su cumpleaños hasta de la universidad en la que estudiaré el curso que viene. Y, en un fugaz instante que solo duró un pestañeo, pude observar una pequeña sonrisa. Una sonrisa entre arrugas, que no conseguía ocultar la tristeza de sus ojos, pero que para mí fue la sonrisa más hermosa que había visto en mucho tiempo. Una sonrisa por un nuevo esfuerzo para volver a vivir, esta vez sola, pero con una fuerza que solos los que la conocen de verdad lo pueden confirmar. Y sé que mi bisabuelo estará allí, viéndola todos los días y mandándole las fuerzas que le faltan para volver a caminar.

Abuelo, nunca olvidaré las conversaciones en el patio en las tardes de primavera, ni olvidaré tu butaca que ahora está vacía en la esquina, ni tu amor por la buena comida, un amor que yo también vivo, ese amor que compartíamos la familia comiendo ese plato de arroz de marisco con el que tanto disfrutábamos. No te olvidaré abuelo.


Aunque sé de sobra que ya nada volverá a ser como antes, te pido que estés con ella y le ayudes superar este dolor, a que poco a poco la rutina la salve de esta espina que se le ha clavado en su bondadoso corazón.

jueves, 23 de junio de 2011

Libro para el mes de junio 1

Ahora que ya que mi vida vuelve a estabilizarse poco a poco, trato de acercarme una vez más, a aquel mundo que tanto llegué a amar. Un mundo lleno de fantasía, dificultad y felicidad. Pero aquí estoy, tratando de volver a sacar brillo a este blog que abandoné para conseguir mi otro sueño: ser veterinaria. ¿Raro, verdad?


Volviendo al título de esta entrada, hoy voy a hacer memoria de uno de los más grandes de la literatura española, especialmente en la poesía. La antología poética de Antonio Machado.


Muchos de los que habréis estudiado para selectividad o, simplemente, hayáis hecho un bachillerato, habréis oído de él. Yo lo conocí así, por un trabajo, por un deber del que gracias a él conocí a la verdadera y desnuda poesía. Desde que empecé a escribir, la poesía la había mantenido aparte, creía que pertenecía a un mundo ajeno al mío, pensamiento totalmente erróneo. Recuerdo el día en el que comencé a buscar alguna poesía para completar mi trabajo, y en esas, no pude decantarme por ninguna. Todas me parecían de una calidad sensorial espléndida y quería seguir y seguir conociendo un poco más las desventuras de este poeta.
Entonces comencé a buscar a más poetas célebres que me hicieran sentir lo que me hacía sentir Machado. J.R. Jiménez, Lorca, Cernuda, Alberti... pero no me aportaban ese mundo tan transparente como me lo transmitían las poesías de Antonio.
Y así fue como me atreví yo a ser poeta, no pretendía llegar muy lejos con mis poesías pero disfrutaba con ellas y con eso me bastaba.


Por eso os dedico a Machado a aquellos a los que les guste la poesía llena de simbolismo y sentimiento, porque yo nunca me canso de leer y releer una o otra vez sus poesías que ya permanecen en mi memoria como un cúmulo de sensaciones que hacen palpitar a mi romántico corazón.


 A UN OLMO SECO

  Al olmo viejo, hendido por el rayo 
y en su mitad podrido, 
con las lluvias de abril y el sol de mayo 
algunas hojas verdes le han salido.


  ¡El olmo centenario en la colina 
que lame el Duero! Un musgo amarillento 
le mancha la corteza blanquecina 
al tronco carcomido y polvoriento.


  No será, cual los álamos cantores 
que guardan el camino y la ribera, 
habitado de pardos ruiseñores.


  Ejército de hormigas en hilera 
va trepando por él, y en sus entrañas 
urden sus telas grises las arañas.


  Antes que te derribe, olmo del Duero, 
con su hacha el leñador, y el carpintero 
te convierta en melena de campana, 
lanza de carro o yugo de carreta; 
antes que rojo en el hogar, mañana, 
ardas en alguna mísera caseta, 
al borde de un camino; 
antes que te descuaje un torbellino 
y tronche el soplo de las sierras blancas; 
antes que el río hasta la mar te empuje 
por valles y barrancas,  
olmo, quiero anotar en mi cartera 
la gracia de tu rama verdecida. 

Mi corazón espera 
también, hacia la luz y hacia la vida, 
otro milagro de la primavera.


Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere 
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas ha de helarte el corazón.