Maldita la noche que me sonreíste,
La hora, en la que me miraste
Y, quién sabe, el minuto en el que me enamoraste.
La razón fría de mi realidad reza
Porque el sufrimiento sea leve
Y el castigo del desamor me lleve
A la realidad del verdadero amor,
Y no a la de una profunda pasión.
¡Maldito corazón!
Maldito mi corazón enfermo
Que de amor enfermó,
Mal que solo el tiempo y la razón
Lo podrán librar de cada palpitación.
¡Maldito destino!
Porque el mismo destino se encargó
De unir y separar dos corazones
En el maldito momento en el que me sonreíste.
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