Porque las palabras nos hacen distintos a las demás especies.
Porque las letras forman parte de nuestra esencia.
Nuestra alma se materializa en papel y tinta y nos ayuda a revelar nuestras ideas e inquietudes. A través de ellas decidimos, reímos, enamoramos y lloramos. Por eso, cada símbolo que aparece en un papel nos determina.
¿Acaso existe algún otro pasaporte más utilizado y simple que nos lleve a la libertad de nuestros sentimientos?

sábado, 1 de octubre de 2016

Resurgiendo

Me fui porque tenía que irme. Me marche, como se van las cosas rotas, de la misma forma que se van las historias acabadas. Nadie me echó, la misma vida me invitó a dejarlo todo y a cerrar de una vez por todas las heridas de guerra, de aquella guerra que casi me mata.

Ausentarme me dolió más que todas las batallas que perdí juntas, porque tuve tiempo para recordarlas una y otra vez desde el eco de mi silencio. Había tanto dolor, tanta negación, tanta resignación. Como un yonqui con el mono de cocaína, yo tuve que sufrir el mono por todo aquello que había perdido y que sabía muy bien que jamás iba a volver.

Tanta oscuridad me sirvió para echar de menos a mi otra yo, aquella yo creativa y tenaz que se quejaba por estar rebosante de inocencia y sueños. Y ahora mi obsesión es que vuelva. Darle la vida que siempre quise para ella. Devolverle todos los sueños que le destrocé y todas las promesas que le prometí que cumpliría. Después de esperar tanto tiempo a que llegara mi felicidad en las manos de los demás, aprendí, a duras penas, que solo la conocería plenamente si miraba en mi interior y dejaba salir a ella; radiante y amorosa ella.


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