El mundo es raro, pero hay veces en las que soy yo la rara. El otro día mismo, con un resquemor en el pecho, gruñía frustrada por la injusticia, lo mal repartido que está el mundo y lo mal que acaban esas personas que miran el mundo con ojos de cambio y progreso. Sí, fue uno de esos días en los que quieres dejar la voz para gritarle al mundo el mal camino que está tomando.
Y ayer, quizás fuera por aquel sol brillante andaluz, sonreí para mis adentros y deseé subir a una colina para contemplar cuan maravilloso es el mundo. Ese día pues estaba agradecida y orgullosa por vivir, por poder observar la belleza que nos esconde la vida.
Una vez más doy mi apoyo para mirar al cielo con orgullo y satisfacción porque de lo horrible siempre, siempre, se aprende.