Porque las palabras nos hacen distintos a las demás especies.
Porque las letras forman parte de nuestra esencia.
Nuestra alma se materializa en papel y tinta y nos ayuda a revelar nuestras ideas e inquietudes. A través de ellas decidimos, reímos, enamoramos y lloramos. Por eso, cada símbolo que aparece en un papel nos determina.
¿Acaso existe algún otro pasaporte más utilizado y simple que nos lleve a la libertad de nuestros sentimientos?

martes, 14 de febrero de 2012

14-F

Qué puedo decir ahora que ya lo has dicho todo. Ahora que sé que tu corazón nunca pudo verme, que solo mi miedo a rendirme ha conseguido avivar una llama inexistente. Y yo te quiero, ¿sabes?, y me duele decirte que no puedo dejar de hacerlo. Porque quiero, ¡y mucho!, que mi corazón te olvide. Quiero dejar de desearte tanto, quiero que mi alma deje de estar mojada por las lágrimas que esconden mi pecho. ¡Maldita sea! ¡Quiero dejar de necesitarte tanto! Maldita sea yo por depender de ti y no ser capaz de decirtelo sin rodeos. ¡Qué más da ya! Ahora que sé que nunca me pertenecieron tus sueños, ahora que me doy cuenta de que no existo en tu mirada.

Y, aún así, ahí sigues tú enredando tu hechizo, tramando sucios juegos para que mi desgracia se agrave; ¿cuál es la trama de esto? ¿Qué prentendes con tanto jaleo? Dime, ¿dónde está la diversión de este juego que estás tejiendo alrededor de mi corazón?
Mi corazón está confuso y, hoy, más que nunca, desea llorar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario