He cruzado desiertos sin conocer el agua
he movido montañas con torrentes de lágrimas
incluso he guardado un corazón quebradizo
por la condena de ser un soñador apasionado.
He conquistado huracanes,
he superado catástrofes
y he luchado contra tiburones.
Aún así mi corazón bombea una sangre cobarde,
una sangre débil y frágil
que envenena de dudas a mi corazón
que, por primera vez, pierde en la batalla del amor.
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