Porque las palabras nos hacen distintos a las demás especies.
Porque las letras forman parte de nuestra esencia.
Nuestra alma se materializa en papel y tinta y nos ayuda a revelar nuestras ideas e inquietudes. A través de ellas decidimos, reímos, enamoramos y lloramos. Por eso, cada símbolo que aparece en un papel nos determina.
¿Acaso existe algún otro pasaporte más utilizado y simple que nos lleve a la libertad de nuestros sentimientos?

viernes, 8 de octubre de 2010

Gris, blanco y negro

Una mano acarició el hombro de Iris y ésta se volvió con brusquedad. Ignacio pudo comprobar por él mismo cómo su rostro se reflejaba en los ojos acuosos y dolidos de aquella niña. Aquellos ojos, aquellos malditos ojos. Sí, sus ojos eran preciosos, de color grisáceo y muy grandes, pero eran unos asquerosos y horribles ojos. Unos ojos que habían sido capaces de arrancarle el corazón a una pobre chiquilla.
Iris se fue a un lado y le dejó un asiento libre en el banco. Ignacio se sentó a su lado y comprobó cómo su cuerpo temblaba de miedo y frío.

-Ha sido un desastre-murmuró Iris con la mirada perdida entre las baldosas del suelo. Él dio un resoplido.
-No, ha sido como tenía que ser. Pero eso no quiere decir que…
-¿Que qué? ¿Todavía tienes el valor de decirme a la cara que valgo para esto? Lo has oído igual que yo: esta galería no está abierta a discapacitados.
-Iris, tú no eres una discapacitada…
La joven dio un respingo y le dirigió una mirada llena de ira.
-¡¿NO?! Mírame, dime la verdad. Nunca debí de hacerte caso y punto, yo estaba bien con la música hasta que llegaste tú para meterme falsas esperanzas en la cabeza, ¿y para qué? ¡Para nada!-Iris rompió a llorar fuertemente y rodeó con los brazos sus rodillas en posición enfermiza. El profesor se acercó a ella con suavidad y, poco a poco, la retuvo en su regazo.
-¿Te gusta la pintura?
-No, creo. A mí nunca me ha llamado la atención, pero en estas semanas se ha convertido en el centro de mis pensamientos. No sé si me entiendes, es algo tan inexplicable, es que me sentía tan libre pintando. Me sentía fuerte y a la vez solitaria de este mundo tan gris.-Ignacio supuso desde el principio que ella valía para el lienzo, que ella no era como los demás. Tenía que demostrarle que todo era cuestión de intentarlo.
-Todo no es gris. Solamente tienes que mirar con otros ojos.-Lo dijo. Para su sorpresa, ella se quedó paralizada contemplando una obra de la exposición. Iris entornó los ojos intentando atravesar el papel, descubrir lo que aquel cuadro le ocultaba. Suspiró frustrada.
-Nunca podré conseguirlo.
-Ven.-Ignacio se levantó y guió a Iris hacia un ventanal-¿Ves a esa chica?-Ella asintió. Era una chica de su edad, un poco gordita, de facciones redondeadas y nariz respingona. Aquella chica le transmitió una gran confianza solo con verla a lo lejos.-Se llama Sonia y sueña desde párvulos en convertirse en cantante, y la verdad es que tenía una voz preciosa. Pero, a los once años, tuvo un accidente en el coche que la dejó afónica. No hay día que no se pase por el aula de música para aprenderse los pentagramas y las canciones con las que algún día nos deleitará.
Iris la miró por un momento, reflexiva, y se volvió hacia su profesor.
-Quién sabe, quizás sea demasiado pronto para rendirse, ¿no? Puede que no vea el azul del cielo ni el verde de los árboles, pero… puede… que…
-Pero conoces el gris, el blanco y el negro, ¿no? El gris puede ser un color precioso si lo utilizas bien. Así que, ábrete paso entre los grandes, porque tú lo eres, Iris, tu eres grande.

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