Porque las palabras nos hacen distintos a las demás especies.
Porque las letras forman parte de nuestra esencia.
Nuestra alma se materializa en papel y tinta y nos ayuda a revelar nuestras ideas e inquietudes. A través de ellas decidimos, reímos, enamoramos y lloramos. Por eso, cada símbolo que aparece en un papel nos determina.
¿Acaso existe algún otro pasaporte más utilizado y simple que nos lleve a la libertad de nuestros sentimientos?

lunes, 15 de noviembre de 2010

Híncame el diente

Querido diario:

Hoy, por primera vez y por muy extraño que sea, me pregunto qué tendrá de normal. Hoy, por primera vez, sé que estoy sumida en un leve hechizo que me tiene totalmente hipnotizada. Y es que, me duele el pecho de tanto adorarlo, de tanto preguntarle por sus secretos y de tanto suspirar por sus pensamientos. En mi mente mantengo una encrucijada que me mantiene en vela todo el día descuidando lo que sí debería de importarme: mi hermano, la situación de mi mejor amiga, y los estudios. Pero es inútil. Él no se va. Pasea continuamente por mi mente descubriendo mis secretos más íntimos como un hábil felino. Juega a distraerme, le divierte verme sufrir por su culpa. Siempre me pide disculpas, pero no tarda en volver a hacerlo. Me siento como una servilleta de papel que todos utilizan para acabar tirada y pisoteada por el suelo. Y, lo peor, es que lo sigo queriendo cada día más.

No dejo de intentar repetirle cada día que no dependo de él, que no me importa estar sin él. Pero cada día me emborracha con su sonrisa y su caballerosidad tan difícil de encontrar ahora. Me ha cambiado la vida sí, me la ha facilitado, pero cada vez que huye y me deja plantada, siento en su mirada la sombra de la mentira. Hay días en los que se comporta extraño, sin embargo, él sigue sin decirme nada. Pero hoy sé lo que es.


Sus colmillos relucen a la luz del sol y su rostro no ha cambiado desde hace mucho, mucho tiempo. Con su aspecto frágil y pícaro esconde la verdadera fiera que ruge por sus venas. Sí, las venas se pueden resumir en su día a día. Busca el calor que un día le arrebataron para siempre. Muerde, literalmente, resulta un perro sin correa que vagabundea por los alrededores buscando presas fáciles a las que sucumbir con sus encantos.


Y sí, debo de admitir que a mí ya me tiene atrapada. Y, lo peor, es que me gusta.

Elena

(basado en la serie Crónicas Vampíricas) 

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