Porque las palabras nos hacen distintos a las demás especies.
Porque las letras forman parte de nuestra esencia.
Nuestra alma se materializa en papel y tinta y nos ayuda a revelar nuestras ideas e inquietudes. A través de ellas decidimos, reímos, enamoramos y lloramos. Por eso, cada símbolo que aparece en un papel nos determina.
¿Acaso existe algún otro pasaporte más utilizado y simple que nos lleve a la libertad de nuestros sentimientos?

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Por esos recuerdos que te hacen crecer

Me senté en aquel banco. Dejé mi carpeta a un lado y me crucé de piernas. Las hojas de los árboles revoloteaban inquietas sobre el suelo y varios mechones se estamparon con mi rostro tratando de escapar junto al aire otoñal. Estudié aquel patio vacío y sin color. Escuché el profundo eco de los pasillos y el repiqueteo que la melancolía producía en mi corazón. Cerré los ojos al mismo tiempo que el viento se volvía más cálido y acogedor. Solo tenía que volver cuatro años atrás.

Y entonces vi a una niña envuelta en un chaquetón rojo que solo dejaba ver unas larguísimas piernas. Su rostro me transmitía mucha paz. Los coloretes resaltaban en su piel blanca. Le seguían un grupo de chicas de su edad. El patio adquirió un color más alegre y atrevido y el otoño parecía el comienzo de una nueva aventura. Una aventura tan arriesgada e importante como la de vivir. Ellas ávidas de alegría, sonreían y se apoyaban unas a las otras, desconociendo el frío del futuro invierno. Corrían despreocupadas hacia la responsabilidad, sin saber que con ello perderían el gran poder de la inocencia.

Sentí un cariño infinito hacia aquella pandilla. Amigas que compartieron tantos momentos, que lucharon y lloraron por tantas injusticias y que soñaron por llegar a conseguir sus metas y estar juntas por siempre. Aquellas niñas que eran felices con las pocas sonrisas que recibían al día. Un día juntas era suficiente como para enterrar una semana de tristeza. Se respiraba tanto amor y compañerismo que me iba a estallar el corazón de felicidad.


Abrí los ojos y me sequé varias lágrimas con mi guante de colorines. Tantos recuerdos, tantas ilusiones… Ahora, cuatro años después aquí estamos, dando guerra. Algunos nos han dejado, otros han aparecido en nuestras vidas a lo largo de esta historia. Puede que las metas hayan cambiado y que el sentimiento no sea tan puro y tan amplio. Pero los recuerdos siempre permanecerán aquí, en nuestro corazón.

Y la verdad es que estoy orgullosa, muy orgullosa de aquellas niñas porque sé que algún día recordarán tanto como yo estos recuerdos y sentirán una ternura completa. Y es que, aunque tenga que echar de menos el pasado, cuatro años después, y reconocer la belleza de nuestra amistad, muchas veces deseo volver al pasado e ir hacia vosotras para deciros:

“Sois grandes, echad a correr y disfrutad de vuestra inocencia sin preocuparos. Porque cuando seáis mayores como yo, os sentiréis dichosas por ello.”

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