A veces tienes que quitarte por ti misma la venda de los ojos. Y es cuando te das cuenta de que el tiempo cuenta y de que las cosas cambian. Un día, te miras en el espejo y notas que has crecido cinco centímetros y de que tu cara denota el símbolo de la responsabilidad.
Pero yo no quiero eso, no lo quiero. Estoy deprimida por aquel tiempo que se me ha escapado de mis manos tiernas e inocentes. No quiero el futuro, no lo quiero. No quiero verme al pasar los años, estoy obsesionada por el tiempo perdido. Mi cuerpo ha acumulado experiencia, y con eso no me basta. ¡Cómo envidio a los que aún pueden disfrutar de su espontaneidad!
Deseo retener el tiempo y olvidar el futuro para encargarme del pasado.
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