Porque yo pertenecía a aquella montaña. Porque esa colina es lo que hay dentro de mí. Porque mi corazón es un pequeño prado hermoso y susceptible a lo que siento y digo. Porque aquel lugar tan presente en mí, me otorgaba una diminuta pero plena libertad.
Porque las palabras nos hacen distintos a las demás especies.
Porque las letras forman parte de nuestra esencia.
Nuestra alma se materializa en papel y tinta y nos ayuda a revelar nuestras ideas e inquietudes. A través de ellas decidimos, reímos, enamoramos y lloramos. Por eso, cada símbolo que aparece en un papel nos determina.
¿Acaso existe algún otro pasaporte más utilizado y simple que nos lleve a la libertad de nuestros sentimientos?
viernes, 13 de agosto de 2010
Pequeña Gran Libertad
Al fin conseguí llegar allí. El Sol dejaba paso a la Luna, coloreándolo todo de un color dorado tostado. El aire acariciaba mi cabello que se revolvía alocado lleno de expectación, deseando volar en el cielo de otoño. Varias hojas muertas de los árboles chocaban débilmente contra mi abrigo para descender al suelo cubierto de ellas. Mi bufanda no se quedó atrás, ya que, delicadamente, se fue deslizando por mi cuello hasta escapar de él y vagabundear entre el bosque. Conseguí atraparla sin esfuerzo y la até a mi mano. La contemplé intentar escapar de ella y sonreí. Abrí mi puño que la apresaba y decidí dejarla libre ¿Qué más daba? Aquí no hace frío. Me despojé de mi abrigo y mi sombrero de lana colgándolos en la rama de un roble. Inspiré aquel aire meloso y cargado y me tumbé en aquella colina. Comencé a divisar las estrellas que daban paso a una larga noche de verano. ¿Extraño no? Transcurrieron las horas y el viento se quedó atrapado entre las copas de los árboles. Me sorprendió la humedad de la hierba y la acaricié con la palma de mi mano. Es fantástico poder disfrutar de las cuatro estaciones al completo. Tomé una margarita y me sumergí en su aroma fresco e inocente. Se respira tanta vida… Entre mis manos, aquella flor se abrió más y más hasta enseñarme lo que realmente escondía dentro. Es tan bello… Un color rojizo tiñó mis mejillas con suavidad.
Porque yo pertenecía a aquella montaña. Porque esa colina es lo que hay dentro de mí. Porque mi corazón es un pequeño prado hermoso y susceptible a lo que siento y digo. Porque aquel lugar tan presente en mí, me otorgaba una diminuta pero plena libertad.
Porque yo pertenecía a aquella montaña. Porque esa colina es lo que hay dentro de mí. Porque mi corazón es un pequeño prado hermoso y susceptible a lo que siento y digo. Porque aquel lugar tan presente en mí, me otorgaba una diminuta pero plena libertad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario