Porque las palabras nos hacen distintos a las demás especies.
Porque las letras forman parte de nuestra esencia.
Nuestra alma se materializa en papel y tinta y nos ayuda a revelar nuestras ideas e inquietudes. A través de ellas decidimos, reímos, enamoramos y lloramos. Por eso, cada símbolo que aparece en un papel nos determina.
¿Acaso existe algún otro pasaporte más utilizado y simple que nos lleve a la libertad de nuestros sentimientos?

jueves, 26 de agosto de 2010

Llueve

A mí nunca me ha gustado la lluvia. Siempre tan hostil, fría y agraciada. Sin embargo, aquel día, una débil llovizna estalló sobre nuestras cabezas y sobre ese aire estival que comienza a debilitarse. A mí no me gusta la lluvia, sin embargo, aquel día, después de todo, agradecí cada gota de agua dulce que se filtraba entre mis mechones. Adoré que las nubes amenazaran en aquel pueblo tan aparentemente inhóspito. Y, lo que empezó por ser una noche más sin ton ni son, terminó por ser una pequeña y frágil aventura más. Porque agradecí sentirme escuchada en la más absoluta oscuridad y porque a través de una sonrisa y un apretón de mano comprendí que aquella débil llovizna me había liberado temporalmente de la esclavitud.

Comprendí y supe aquella noche que mi diario había sido el cielo. Que las nubes que amenazaban y se amontonaban días atrás, eran mi temperamento. El color de las nubes se teñía de negro a medida que mi impotencia e indignación me estrujaban el pecho. Me sentía tan cargada y apática que creía que mi futuro se dibujaba del mismo color; sin salida. Pero cuando estalló aquella pequeña tormenta supe que una parte de mi carga se había ido con ella. Me sentí libre y aprecié a los que lo habían dicho antes, recordé las miradas brillantes y serenas de quienes me habían esperado desde el principio y vi aquella brizna de vida que se había quedado descubierta al pasar aquella tempestad.

Y fui realmente consciente de que cada minuto que pasaba con ellos me devolvía aquella ilusión que había sepultado.
Y es que, quizás, este año consiga que no se vuelva a nublar y recupere ese ímpetu que perdí o tal vez encuentre esa energía para luchar que creía inexistente.

Por eso, ahora, aprecio la lluvia que se cuela entre mis ropas para enfriar ese corazón perdido.

1 comentario:

  1. La lluvia es necesaria... tanto en la naturaleza como en nuestras vidas, no tengas miedo a mojarte

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