Porque las palabras nos hacen distintos a las demás especies.
Porque las letras forman parte de nuestra esencia.
Nuestra alma se materializa en papel y tinta y nos ayuda a revelar nuestras ideas e inquietudes. A través de ellas decidimos, reímos, enamoramos y lloramos. Por eso, cada símbolo que aparece en un papel nos determina.
¿Acaso existe algún otro pasaporte más utilizado y simple que nos lleve a la libertad de nuestros sentimientos?

martes, 31 de agosto de 2010

Primer Amor

La brisa del mar entra por la ventana envolviendo la habitación en un ambiente más fresco y renovado. Me asomo a la ventana y el aire estival me trae el olor a pescado. Fijo mi vista en el horizonte y me paralizo para ver cómo el sol se esconde bajo el océano, tiñéndolo de un color anaranjado del que ya estoy acostumbrado pero del que nunca dejo de maravillarme. Me apoyo en el alféizar de la ventana pensando que podría quedarme así durante horas. Cierro los ojos al sentir el ligero movimiento de mis cabellos sobre mis ojos. Escucho el murmullo de numerosas conversaciones entrecruzadas que, como me imagino, ahora en verano son más banales. Se oyen risas débiles y fuertes, y algún que otro chapoteo en la orilla. Y más risas.

Abro finalmente los ojos y miro abajo, hacia la calle. Una pareja adolescente y acaramelada pasea bajo la amarillenta luz de las farolas dándose mimos muy pegados. La chica descubre una pequeña risita nerviosa entre sus labios, que hace que él sonría satisfecho. Cuando pierdo a los novios de vista, pienso que yo también compartí lo que ellos vivieron. Ese sentimiento de felicidad espontáneo, esa necesidad de comerte el mundo y esa urgencia de que el tiempo no pase demasiado rápido. Esos sentimientos enterrados en mi corazón, me traen a la memoria un recuerdo que aún mantengo vivo en mis entrañas. Y, por un momento, siento cómo los escombros de esa historia se avivan y emiten una nueva ola de calor.

Cuando me doy cuenta, estoy abriendo el cajón de una mesita de noche contigua a la ventana. ¿Por qué estoy haciendo esto después de tanto tiempo?-me pregunto resignado. Encuentro lo que buscaba. Desde aquel día siempre ha permanecido aquí. Aislado e intacto como mi corazón que ha aprendido a mentir.

Me acerco la flor a mi nariz con suavidad aunque esté ya marchita. Olfateo lo que queda de su perfume y cierro los ojos dudando si podré recordarlo todo con tanta intensidad como antes. El aroma es muy débil, no obstante, consigue arrancarme todos los secretos que creía que nunca me volverían a inquietar. Dios, hay tantos recuerdos… Mi respiración se agita cuando soy consciente de que soy incapaz de retirar esa rosa blanca muerta, como nuestro amor.

Paseos bajo la luna guardiana, confesiones bajo el mar, risas sobre la arena, lágrimas en la orilla… ¿Te acuerdas? No consigo arrancarme de mi alma la dulzura que emitían tus ojos cuando querían decirme “te quiero”, ni olvidaré nuestro primer beso bajo la puerta de tu casa. Cuando cogía tu mano y creía que me iba a morir sin rozar tus labios una vez más. La vez en que me buscaste llorando porque tuviste una pesadilla, y que en ella me perdías para siempre. Y el día en el que me regalaste una rosa blanca cuyo significado era la pureza y belleza de nuestro amor eterno. Eterno, ¿quién dijo eso? Supongo que hace unos años todo era visto con otro color más optimista e inagotable. Siempre me repito; “fue bonito mientras duró…” ¿Seguro que ha acabado para siempre? ¿Ya es demasiado tarde para volver a amar?

A veces suelo verte pasear por mi calle, como lo hacías conmigo, salvo que esta vez tu brazo rodea el de otro. Ya lo he asimilado, pero no puedo evitar mirar al suelo cada vez que pasas destilando felicidad. ¿Te acuerdas de la primera vez que nos conocimos? Yo estaba pescando cuando te acercaste con tu hermano y cogiste mi cebo por error. Siempre me reprochaste que carecía de romanticismo. Sin embargo, a mi me pareció el más perfecto y original comienzo. Tú acababas sonriendo cada vez que te lo recordaba y extendías tus brazos para abrazarme y dejar que contestara tu calidez.

Hoy he conocido a Pilar, es bastante alegre además de guapa. Esta mañana he decidido que podría arriesgarme y vivir algo nuevo y bonito, como tú lo has hecho, a excepción de que me duele pensar que será muy difícil superar lo que ambos compartimos. Por probar que no quede. ¿Y por qué ahora estoy dudando de mis palabras? ¿Por qué ya no veo tan apacible a Pilar? ¿Por qué no dejo de pensar si a ti te dolería que estuviera con ella?

Acabo de guardar la rosa en la mesita. Voy a llamar a Pilar para quedar mañana, no, mejor, esta noche. Saldremos y rezaré por que la suerte esté de mi lado. Demonios… ¿por qué aún sigues viva en mi mente? Los dos sabemos que tú no volverás, ni yo tampoco lo haré. Todo terminó y han pasado unos cuantos años desde aquello. Es sólo la melancolía la que me hace daño. El saber que podría haber sido diferente. Lástima, demasiado tarde para arrepentirse.

Pilar me acaba de confirmar lo de esta noche. Bien, veamos… Abro el armario y rebusco mis mejores galas. Puf, hace tanto tiempo que no salgo con nadie. Encuentro una camisa y unos pantalones que me parecen adecuados para una primera cita. Ni muy descuidado ni muy insinuante. Me doy una ducha rápida para, entre otras cosas, apagar las cenizas que se encendieron de lo que debe de estar olvidado. Me visto y me echo una gotas de una colonia muy varonil y fresca que me regaló mi madre por año nuevo. No estoy mal, la verdad. Quizás hasta le guste. Sonrío ante esa perspectiva. Me alegro de que mi piel morena por el sol resalte mis ojos azules. Incluso me enamora mi reflejo en el espejo. Decido al fin cerrar la ventana y salir del portal de mi casa con la simple esperanza de volver con un nuevo corazón. ¿Quién me lo iba a decir?

El aire de la calle me renueva otra vez. Voy a por todas. Te dedico una última evocación y pienso que ha llegado el turno de ilusionarme como antaño. Yo también tengo derecho a tener otra oportunidad. Y, por una vez en un par de años, siento súbitamente el deseo de enamorarme con locura y dejarme llevar. Y dejar en la mesita esa rosa marchita en recuerdo de un dulce y memorable primer amor.


2 comentarios:

  1. Ohhhhhhhhhh, pero que bonito! y luego dices que no escribes cosas bonitas.. jo es precioso, lo sabías? me encanta, una vez más te digo que tu vales para lo que quieras...
    encantador... =)

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  2. jooo que me pones colora!! tu si que valees! y vales como amiga, que es lo más importante ;) muchas gracias por el coment!!!
    un besazooo
    teQQQQQQ ^^ tu si q eres bonita!

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